miércoles, 4 de septiembre de 2013

Mi más sentido pésame.


He sido y sigo siendo un asiduo lector de periódicos, hábido de noticias, pero, con el correr del tiempo, más que la noticia en sí, que es importante, me interesa el cómo, la forma, la manera de contar, expresar. Soy de los que piensa que en esta crisis agobiante que padecen los medios de comunicación, lo que premiamos todos  es la creatividad, la elaboración del mensaje, y esto, por muchos avances técnicos que tengamos,  no se improvisa, pues son pocos los autores que tienen ese poder creativo y mágico de arrullarnos, embriagarnos con su palabra, con su escrito. Soy de los que piensa que la prensa sólo se salvará si se nutre de buenos columnistas, de personas que impregnen sus escritos de sensibilidad y belleza a la hora de analizar la actualidad, de profundizar en ella y descubrirla. Todo esto hace que haya lectores que prefieran renunciar a su café diario antes que prescindir de su charla solitaria con el texto embrujado de su columnista preferido, de ahí la orfandad y desprotección en que quedan ante la ausencia o muerte de su periodista preferido, incluso hay periódicos que deberían llevar su columna en blanco o con reposición de sus escritos, pues no han encontrado genio creador que le supla  y eso que dicen que  el tiempo cura todos los males. Esta necesidad de columnistas nos induce a los lectores a buscar nuevas firmas, nuevas aventuras y leer columnistas nuevos, muchas veces llevados de la expresividad de un titular, la temática del mismo y otras veces por azar, por intuición. Desde hace algún tiempo suelo leer la columna de Daniel Martín que se publica en el diario digital “La República de las ideas”, y todo ello a raíz de unos artículos suyos que glosaban la importancia de la novela histórica de Galdós, precisamente en una época donde yo acaba de leer las 46 novelas que conforman “Los Episodios Nacionales”, obra que tanto DanielMartín como yo consideramos vital para comprender las locuras del siglo XX, que aún ahora algunos quieren reeditar, repetir. A partir de entonces suelo leer sus artículos literarios, pues destilan una buena prosa que revela la influencia que la buena literatura ha dejado en su pluma. Recientemente me sorprendía con una sincera y personal columna titulada “A la muerte de mi padre”, donde bajo el amparo de dos bellas elegías literarias, una de Miguel Hernández dedicada a su amigo “Ramón Sijé” y otra la  de Jorge Manrique “A la muerte de su padre”, nos fue narrando su hondo pesar por la muerte de su padre que era y es –me cuesta decir “era”- nada más y nada menos que el eximio periodista don Manuel Martín Ferrand, fallecido el pasado 30 de agosto.  Profesional de prestigio, que siempre intentó compatibilizar “la noticia y la empresa”, que abanderó importantes proyectos en el mundo de la comunicación (Diario de Barcelona, Antena 3 Radio, Antena 3 TV, ) que siempre defendió su profesión y que tuvo el coraje de denunciar las malas prácticas periodísticas allá donde las hubiese, pues para él el derecho de información de los lectores siempre debía estar por encima de todo.  Tenía en su haber el Premio Nacional de Televisión por su programa “24 horas”(1.970)  ,el “Premio Larra de periodismo” (1.986) y el “Premio Mariano de Cavia” (2.012), entre otros muchos…Desde hace décadas ejercía el columnismo en ABC y  en el periódico digital ya citado entre otros.

Al conocer que Daniel era hijo de Manuel Martín Ferrand” me vino a la cabeza ese viejo refrán español que dice “De casta le viene al galgo”, pues esa manera clásica, clara y reflexiva de escribir no se improvisa, se ha ido aspirando en el día a día , ya que como dice el propio Daniel “ha tenido el privilegio de sentarse durante 40 años en la primera fila, de quien se ha enriquecido y motivado con el quehacer y vivencias de su padre”.

A este aficionado al periodismo que escribe estas letras, el nombre de Manuel Martín Ferrand le lleva a los telediarios de su adolescencia tardía, años 70, y a la solvencia y precisión de los mismos;  y ahora, en mi madurez, sus columnas me han  transmitido opiniones de peso, de garantía. Sabía que su artículo  no era hueco, vacío, sino  que siempre planteaba sugerencias, posibilidades, en resumen, nos hacía pensar. Era, en concreto,  una opinión autorizada que se granjeó su prestigio en el ejercicio de su profesión, donde nos decía que no todo vale, que teníamos que estar abiertos al futuro y que éste pasa por el respeto al ser humano, no por su alienación.

Debe ser muy difícil llenar el vacío que deja una persona como tu padre, pero deseo que la gratitud y admiración  que expresamos muchas personas ante su  magisterio y bonhomia , te pueda servir de estímulo en tu trayectoria personal, pues como dicen algunos versos de sus amadas Coplas manriqueñas : “Aquel de buenos abrigo/ amado, por virtuoso/, de la gente / el maestro don Manuel / Martín Ferrand, tan famoso y tan valiente;/ sus hechos grandes e claros / non cumple que los alabe/, pues los vieron;/ pues qu´el mundo todo sabe / cuáles fueron….que aunque la vida perdió / dexonos harto consuelo / su memoria…MI MÁS SENTIDO PÉSAME



                                                 José Antonio Noval Cueto.

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