Estas palabras del título, no muy
originales, pues las pronuncia con frecuencia un afamado locutor de una cadena
televisiva para convencernos de las excelencias de su seguro de coches, me han
venido a la cabeza cuando el pasado 8 de agosto de 2014 , Luis María Ansón, en
su columna periodística “Canela fina”, en
su artículo “Demasiado tarde”, recordaba
que ya se había pasado el tiempo para llevar a cabo las reformas necesarias que
España necesitaba y evitar el chantaje a que están sometidos los partidos
tradicionales por las nuevas fuerzas emergentes, de Podemos y Ciudadanos, con
lo que esto supone para la recuperación y salida del túnel en que nos
encontramos.
Y es este artículo el que me
permite recordar e insistir en un escrito publicado por quien les escribe en mayo de 2013 y donde tomaba como base
argumental el discurso pronunciado por su majestad el rey Don Juan Carlos I en
las navidades del año 2012, cuando avisaba que “La superación de la crisis
estaba en manos de la clase política”. Han pasado dos años y medio y ahora,
como muy bien dice el señor Ansón, nos encontramos
en la encrucijada, en la incertidumbre, en la campaña de miedo y tenemos a una sociedad que desconfía, que se considera
engañada, estafada, manipulada, ya que, desde
su elemental sentido común, no puede entender que no se hayan tomado las
medidas que eran necesarias para que la sociedad, España, no estuviera expuesta
a los vaivenes del oportunismo, ambición
y populismos que nos invade. No vine mal recordar que las bicicletas son para
el verano.
Persistimos en el error y
permítanme a mí persistir en la queja, en la denuncia, en la pregunta. No hay
justificación para el error o la dejadez, no pueden alegar ignorancia, estaban
avisados y requeteavisados. El propio
Rey Juan Carlos lo recordó en su mensaje de Navidad de 2012, ¿por qué no se
tomaron medidas, soluciones? ¿a quién beneficia este tipo de situaciones? Sólo se les pedía, a los partidos de siempre,
de la estabilidad, un poco de
generosidad, reformas- una nueva ley
electoral- , buena voluntad y velar por
el bien de todos, pero una vez más primó
el interés particular. Era más importante el andamio que la casa y no contentos
con esto, en medio, en la plaza, en la arena del circo, la corrupción que
taladraba las conciencias de los españoles dejados a su suerte, que no
encontraban puerta abierta ni asidero al que cogerse, y en las mazmorras las
fieras que van a decidir el destino de
todos, las nuevas fuerzas emergentes que cauterizan con sus aullidos el agitado descanso del harapiento, del
descamisado, del desesperado que no encuentra la solución a sus problemas. Una
vez más se comprueba que pocos políticos se representan a sí mismos.
A cien días de las elecciones
generales puede decirse que la suerte
está echada, y por mucho que se trabaje, se haga, no van a crecer los votos, o
al menos los votos necesarios para dar la tranquilidad y seguridad que el españolito pide: los que garanticen la mayoría
absoluta que permita progresar y no impidan que la Guardia Real y la Escuadrilla
Águila nos visiten por el verano. Estamos en plena incertidumbre y los
dos partidos tradicionales ofrecen dos terapias o soluciones distintas: a / El
PSOE, menos ideología y más pragmatismo, sólo busca que su verdugo (PODEMOS) le
perdone sus culpas y le ceda alguna alfombra de poder que justifique su
existencia, que le perdone sus veleidades capitalistas – sus años de Gobierno -,
y que le cree una UVI confortable para
su recuperación; b / el PP , alerta y
dice que sin él España no puede salir del caos, de la crisis y volar en busca del
bienestar, de la felicidad. Dice que es la única fuerza que tiene la receta económica para sacarnos de la crisis y que se resumen en
Trabajar, Hacer, Crecer.
Dicho todo esto, aún me queda una
pequeña esperanza, no me resigno a perderla y es que cien días en política son
muchos días y más cuando los nuevos consistorios un día sí y otro también están
dando muestras de un desprecio al sentir
popular que les aupó -véase las políticas de quitar fotografías, permitir
acampadas o boicotear a las principales instituciones del Estado o irse de
vacaciones apenas iniciado su mandato-. De persistir en ese tipo de conductas,
pueden beneficiarse las fuerzas tradicionales, pero, cuidado, que de los
errores se aprende, y valga como muestra las palabras pronunciadas
recientemente por el Kichi en la VI
Universidad de Verano de Anticapitalistas, no sé si con corbata o sin ella, al
decir : “que han llegado a las
instituciones para poner en marcha medidas que mejoren la calidad de vida de la
gente” ¡De verdad!...
José Antonio Noval Cueto.
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