sábado, 15 de agosto de 2015

wwwestrellacervantes.es



No sé si se ajusta a los límites del periodismo que el titulo de este artículo sea el mismo que el de una página web.   que  se ha puesto en circulación para recabar el apoyo de todos los hispanohablantes a la iniciativa que el Planetario de Pamplona y la Sociedad Española de Astronomía , con el apoyo del Instituto Cervantes, han puesto en marcha para que uno de los 20 sistemas planetarios descubiertos en los últimos años, concretamente la estrella Arae y sus cuatro planetas lleven el nombre de  estrella Cervantes y los de Don Quijote, Sancho Panza, Rocinante y Dulcinea, respectivamente,  sus planetas. Para que esto sea posible tenemos necesidad de tu voto ,vía Internet,  y si bien hay tiempo suficiente hasta octubre, cuanto antes lo hagamos , mejor, pues como decía Cervantes “Por la calle del ya voy se va a la casa del nunca”, y si ya tenemos un gallego en la luna, de nosotros depende que le pueda acompañar el eximio Cervantes, el soldado que participo en la batalla más grande que vieron los siglos, la de Lepanto, y que de seguir  las cosas como están,  Dios no lo quiera, quizás se vuelva a repetir.

En España la fama y el olvido dependen del momento, de la celebración, muerte o aniversario, y esto tiene su repercusión económica, así no valen igual los cuadros con el pintor vivo, que muerto, y otro tanto se puede decir de las obras escritas. Somos muy volátiles, no sé si es fruto del clima, de la canícula, de la maledicencia,   del coplero de turno o de intereses subterráneos, pero lo cierto es que en veinticuatro horas fuimos  capaces de tumbar un gobierno con la fuerza de nuestro voto, y eso que la economía iba bien.  Dicho esto no tiene que sorprender que la sociedad cervantina  y el mundo del libro ahora que se cumplen cuatrocientos años de la publicación de la 2ªParte del Quijote y próximo también el aniversario de su muerte, un 23 de abril de 1616, aprovechen la ocasión para recordarnos la importancia del legado cervantino y airear su mensaje, sus vivencias, y esto se palpa a nada que uno pasee, lea o escuche, y basta para ello darse un recorrido por Oviedo, un día festivo de agosto.

Ciudad desierta en mis años mozos, donde las fuerzas vivas del lugar se retiraban a sus tradicionales lugares de descanso, hoy está repleta de personas, hay mucha actividad en sus calles céntricas y en el casco viejo, y antes de llegar a la Catedral uno se encuentra una bella réplica viva de la Regenta, que con su donaire y belleza reparte sonrisas y aire de época a los viandantes, y les recuerda que la novela que inmortaliza a Oviedo, tuvo aquí su origen, su nacimiento. He de confesaros que no perdono a Cervantes que haya dejado en tan mala estima y reputación a Maritornes,”  moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, de un ojo tuerta y del otro no muy sana…”.

Pasear Oviedo con claros y nubes y con una temperatura agradable es una delicia, está en boca de pocos y así nos lo hacen saber los visitantes, que no paran de fotografiarse e inmortalizar esos momentos irrepetibles y casi diría únicos, pues no todas las ciudades, incluso la misma Capital, permiten tal disfrute. Uno puede pasear Oviedo por muchos motivos, pero quien les habla no entiende Oviedo sin sus librerías, de ahí que siempre planeo un itinerario que cumpla la doble función de : disfrutar del paseo y , a la vez, conocer las últimas novedades que el gremio de libreros ofrece, y fue así, como el pasado 14 de agosto, celebración de la Asunción, descubrí que el protagonista de todas las librerías, incluidas las librerías de viejo, de compraventa de libros usados, era “El Quijote” de Miguel de Cervantes. En las de siempre, que llamo de venta clásica, me encontré con la nueva versión del Quijote que ha realizado Andrés Trapiello, excelente cervantista, que pone en castellano actual el habla de Cervantes, con el riesgo que esto supone , pues siempre que hay que podar o precisar términos o conceptos suele aparecer la voz del purista que despotrica, que protesta, pero el objetivo merece la pena y no es otro , según Trapiello, que “devolver el Quijote a los lectores”, facilitar su lectura, sin tener que acudir a las cansinas notas a pie de página.  Junto a esta versión la auspiciada por la RAE y supervisada por el novelista Arturo Pérez Reverte que busca una lectura de la trama principal del libro, sin interrupciones, lo que le obliga a prescindir de contenidos que nada aportan al argumento básico,  y a refundir capítulos, pero respetando  la estructura, tono e integridad del libro, y en esa misma línea la nueva versión juvenil que ofrece la Editorial Anaya con unas cuidadas ilustraciones de José Ramón Sánchez . Soy de los que cree que el libro puede y debe tener larga vida, siempre que se cuide su calidad y edición :tipo de letra, textura del papel…. ¡Hay contenidos impresos que dan vómito! Este itinerario cervantino por Oviedo incluye, como decía las librerías de viejo, donde me encontré con ediciones del año 1941 sobre “El Quijote” de la Editorial Ramón Sopena,, o incluso títulos donde la palabra “quijote” aportaba su matiz épico, así el libro de Jacob Wasserman “Cristóbal Colón: Quijote del Océano”.

Supongo que estas coincidencias son buscadas, vienen bien a la ocasión y muestra la profesionalidad del gremio de libreros  al recordar y ofrecer al lector  aquellos ingredientes básicos que no deben faltar en las estanterías de su Biblioteca - El Quijote- ,como tampoco faltaron en las Escuelas rurales de  posguerra ediciones  reducidas del mismo , editadas para niños. ¡No viene mal recuperar los clásicos! Hace unos días me encontré que un viejo amigo que me confesó que desde hace tiempo sólo lee a los clásicos .¡Motivos habrá!

Siempre pensé que para recordar a Cervantes y su obra era necesario ambular por Alcalá de Henares, Italia, Orán, Esquivias, La Mancha, Madrid…pero hoy por los motivos antes expuestos comprobé  que estaba equivocado.

 ¡Por favor, hagan posible con su voto que Cervantes tenga su estrella!  Y recuerden que  “Al bien hacer nunca le falta premio”.


                                           José Antonio Noval Cueto.

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