A veces tenemos ojos y no vemos, oídos y no oímos, y basta
para ello recordar la sorpresa que uno experimenta cuando alza la vista por la
calle que pasea a diario y se sorprende con una cornisa, una ventana o un
elemento decorativo que desconoce, y se hace la pregunta de rigor. ¿Cómo es
posible que esa peana que sostiene la esquina de la cornisa no la viese antes?,
y otro tanto ocurre con las relecturas que uno hace, donde, a veces, descubre
contenidos, significados, que se le han escapado, que le han pasado desapercibidos. Quizás sea
cosa de los años. De joven más inquieto, más impetuoso, más volcánico; de
mayor, más reflexivo, más pausado, más lento. Y otro tanto se puede decir de
las expresiones que uno escucha a diario. Así el otro día desde la quintana de
mi pueblo me llegó el aviso del
chatarrero que con voz diáfana y fuerte alertaba a los vecinos:
-
“El
chatarrero, el chatarrero. Ha llegado el chatarrero. Compramos baterías,
canalones, cocinas viejas, motos viejas y toda clase de desperdicios de
chatarra…”
He de confesarles que no es la primera vez que oigo este
reclamo, que lo he escuchado en multitud de ocasiones, pero desconozco por qué
ahora me sorprende, quizás sea el buen tiempo, el descanso veraniego, la época
de las rebajas o porque ya se airean las nuevas promesas de otoño. ¡La sociedad
española necesita muchos chatarreros,
que compren engaños, mentiras, promesas, fraudes! De un tiempo acá uno de los negocios más rentables es el de los desguace.
Y viene todo esto a cuento porque hace unos días, releyendo
un artículo del eximio Francisco Umbral me encontré con la palabra “faldumenta”.
Término que desconocía y que a voz de pronto pensé que podía derivar de la
palabra “falda”, pero para más seguridad acudí al Diccionario de la Real Academia donde tal
palabra no aparecía. Insatisfecho y antes de darme por vencido consulté en Internet
y al poner el término en el buscador encontré la agradable sorpresa, la nota positiva del
día, y es que un Ayuntamiento de
Salamanca, el de Torresmenudas, en la comarca de la Armuña Baja, me daba la
respuesta que a continuación transcribo: “faldumenta o faldamenta: Despectivo
de falda/ falda larga y desbaratada”. La solución aparece en la página web del
citado Ayuntamiento, en el apartado de Tradiciones y Cultura, subdividido en:
a/ Palabras de antaño, b/ Dichos y refranes y c/ Curiosidades.
Ante tal grado de eficacia sólo cabe el aplauso, la
felicitación. Que un Ayuntamiento cuide y proteja la palabra, la memoria viva de sus vecinos, dice
mucho en su favor, ya que quien mima y venera la palabra, conserva el pasado, afianza
el presente y garantiza el futuro, y hará que el aire y aroma de cada término, de cada palabra, sea lozano,
fresco, transparente y sano, o sea humano.
Una vez más se
comprueba que el trabajo y la voluntad de hacer las cosas con buena fe siempre
dan fruto y sirva como muestra estas letras que quieren dar fe y airear el buen
hacer del Ayuntamiento de Torresmenudas, sito en la provincia de Salamanca.
¡Muchas gracias!
José
Antonio Noval Cueto
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