Ninguna ideología está autorizada para matar y ejercer la
violencia y menos en un Estado de Derecho, y esto que es tan básico no siempre se
ha cumplido y basta para ello recordar
los 859 asesinatos de la banda
terrorista ETA, desde sus orígenes hasta el 2010. Estos días y especialmente
hoy vuelven a ser noticia porque entregan sus armas y dicen renunciar a la
lucha armada, a partir de ahí sólo queda desear que se cumpla lo dicho y que la
paz anide en los corazones de todos y que el perdón aflore en sus labios. No
más mentiras, no más intoxicaciones, no más manipulaciones, no confrontar a la
sociedad, no tensionarla sin necesidad para nada , y menos para dejar sólo un reguero de sangre, dolor o
muerte o penas carcelarias que mutilan
la juventud y futuro de muchos jóvenes que creían que la
salvación de la patria sólo dependía de ellos.
A mí siempre que sale el nombre de ETA me viene a la cabeza
el recuerdo de algunos alumnos cuyos padres fueron víctimas suyas ; el
de otros que tuvieron que irse de la zona para que sus hijos pudieran vivir con
normalidad, y la evocación de mi treintañero capitán de
Infantería en el Batallón de Instrucción del Jabalí Nuevo, en Murcia, don Fidel
Dávila Garijo. Le recuerdo con su porte atlético y sus andares marciales.
Siempre impecable en el vestir, su uniforme de faena bien planchado, las botas
lustrosas y esa media sonrisa de quien se sabe seguro y satisfecho de lo que hace, y más en un
ambiente donde lo que mandan son los galones, pues por saludar teníamos que
saludar hasta a un simple cabo. Ahora que escribo estás letras me parece que
llega toda la compañía al patio principal a paso ligero y cantando aquellas
letras que inflamaban nuestro ardor guerrero como : “ …Nunca he visto lo que he visto , lo que
he visto esta mañana, al sargento de semana…La tercera compañía tiene más
“guevos” que botas”… Al cabo de un o dos minutos en la explanada se oía un fuerte: “¡DDDescannnsen!
¡A cubrirse! ¡Rompan filas!” ¡Qué satisfacción el día que nos vio desfilar para
jurar la Bandera! Los ensayos habían dado fruto, nadie perdió el paso aquella
calurosa mañana del 12 marzo de 1978. Pasado algún tiempo, un 21 de junio de
1993, un atentado etarra en la Glorieta
López de Hoyos acabó con su vida, la de
otros cinco compañeros y la del conductor de la furgoneta . Tenía 46 años y su graduación era la de Teniente Coronel. Un
Real Decreto posterior, de 18 de marzo de 2005, le ascendió a coronel a título
póstumo.
Ayer, cosas del azar, sin que estuviera previsto ni
programado nada, y después de dejarme seducir por alguna crítica interesada-
no soy muy amante de las novedades - concluí la lectura de “Patria” de Fernando
Aranguren, que está siendo un éxito de ventas. El libro está confeccionado en
capítulos cortos, rápidos, amenos, bien estructurados- concretamente ciento
venticinco- , letra e interlineado
cómodo, aunque algunos de los contenidos o vivencias del libro pecan de cierta
exageración, de cierto sensacionalismo y funcionan un poco a modo de reclamo,
de serie, de manera que se suscite la intriga , los sentimientos, el interés
del lector y como no, la venta . Literariamente es mejorable, domina más la
parte comercial que la parte estética, pero aun así creo que desvela una
atmósfera que puede ayudar a comprender o entrever la magnitud de la tragedia
vasca, en una pequeña localidad guipuzcoana, donde nadie puede ser neutral y
donde el nuevo, el recién llegado siempre genera sospecha, desconfianza, donde
sólo hay buenos o malos, no medias tintas,
donde reina un halo de inmunidad para todo lo aberzale y donde se
condena todo lo que se relacione con el estado español y donde la integración
del maqueto no ha sido plena, siempre genera desconfianza. Para reflejar ese
ambiente se sirve de dos familias, cuyas
matriarcas, Miren y Bittorri, amigas desde la infancia, son las auténticas
protagonistas y nos muestran cómo sin que medie entre ambas ningún motivo,
ningún desencuentro, pasan de la estrecha
amistad al odio y cómo después de muchos avatares, desgracias, muertes y desengaños consiguen
ese tímido abrazo de perdón que se dan "a la altura del quiosco de la música" ,
en presencia de todos. El devenir de los años y sus tragedias provoca
testimonios como los de Josetxo, padre del etarra Jokin, suicidado, según fuentes
oficiales, o asesinado según otros, cuando dice le dice a Joxían, esposo de
Miren y padre del etarra Joxe Mari: “ …Les
meten malas ideas y, como jóvenes, caen en la trampa. Luego se creen unos
héroes porque llevan pistola. Y no se dan cuenta de que, a cambio de nada,
porque al final no hay más premio que la cárcel o la tumba…Lo han dejado todo
para hacer lo que les mandan cuatro aprovechados…” ¿Quiénes son esos aprovechados? …Siempre me
ha llamado la atención por qué Tony Blair, en las conversaciones de paz con el
IRA, tuvo permanentemente pegado al
teléfono al entonces presidente americano Bill Clinton. ¿El problema excedía el
ámbito inglés?¿Por qué?.
El tema novelado da para más, exige más profundidad, más
análisis de las conductas individuales, sus evoluciones y sus reacciones, pero
aun así nos ha permitido entrever que el asesino no es uno sólo, que son muchos,
todos aquellos que jalean, aplauden e incluso silencian el mal, el abuso, la
persecución, la injusticia e incluso la muerte. Todos aquellos que han
sublimado y mitificado conductas violentas a cambio de una supuesta
independencia, cuando el único argumentario debe ser la palabra y el ejemplo. Todos aquellos que airean imposibles que conducen a la
destrucción o a la cárcel.
Ahora que la seguridad vuelve a ser un tema candente que
preocupa a todos, hasta el punto que el gobierno sueco se plantea instaurar
nuevamente el servicio militar obligatorio
e incluso en la propia España ya se oyen voces que claman por el mismo,
me viene a la cabeza uno de los actos más notables que celebró el Ayuntamiento
de Siero en el recinto ferial o sede del
actual mercado de ganados , a finales de los años 90, donde el responsable del
acto y del protocolo el Teniente Coronel don Guillermo Pinto, nos decía que:” Las cosas se hacen bien o no se hacen”, lema
legionario por excelencia. Expresión que
también aparece en la novela en boca del etarra Joxe Mari cuando al formarse el comando Oria decía a sus compañeros que
“Las cosas se hacen bien o no se hacen”. Mira por donde me entero que la
estrategia militar de la legión y la de ETA coinciden en algún aspecto.
Dicho lo dicho sólo me
queda desear que las cosas se hagan bien y ya que han entregado las armas no
viene mal recordar que hay una condición imprescindible para ello: Respetar y
mimar la verdad. Sólo a partir de ahí es posible el perdón y reconocer como el
etarra preso Joxe Mari: “Si podría dar marcha atrás al tiempo, lo haría”.
José Antonio
Noval Cueto.