La vida va tan rápida
que uno habla , hace y no piensa, que uno oye y no escucha, que uno ve y
no mira, y esa más o menos es la
explicación que yo encuentro a la reacción que ha provocado en mí el escueto
mensaje que me envío mi amigo Antonio el pasado domingo o Domingo de
Resurrección o de Pascua y que dice sucintamente:
-
¡Felices
Pascuas…!
Mentiría si dijese que es la primera vez que lo recibo o que
es la primera vez que lo oigo, pero desconozco por qué ahora, cuando escribo
estas letras y presumo ya de cierta edad-
si es que de algo se puede presumir-
esas palabras, tantas veces oídas, me han hecho pensar, entrar en su
contenido y no es para menos, ya que como
dice San Pablo :”Si Cristo no hubiera
resucitado nuestra fe sería vana…”
Y esto ,últimamente, no es la primera vez que me pasa, y no
sólo con las Sagradas Escrituras, sino también con textos que he leído y
releído muchas veces, como cuando en la Segunda Parte del Quijote, en los capítulos XLIII y LI
respectivamente, éste le recuerda a Sancho
algunas pautas para ser buen gobernador de la ínsula Barataria y le dice:”
En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio y
que te cortes las uñas…no comas ajos ni cebollas…Anda despacio; habla con
reposo pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo…no masques a
dos carrillos…vístete bien; que un palo compuesto no parece palo…Sé padre de
las virtudes y padrastro de los vicios…”. Normas que pasadas cuatrocientos años
aún siguen siendo de utilidad y que
algunos de nuestros políticos no cumplen y basta darse un paseo por el Congreso
o por el Parlamento regional para comprobarlo. Lo del ajo me cuesta más, no sé
si por eso de la dieta mediterránea o porque el pollo al ajillo era una de las
tapas preferidas en mi juventud .¡Qué bueno estaba el del Samoa!
Y es que después del
acopio de ramos, palmas, vestuario y repostería – tantos bollos o tartas
diferentes como comarcas y ciudades
tiene España- que blandimos en estas
fechas es hora de plantearnos y
responder por qué la Pascua es feliz, y
en estos tiempos de creencia y de increencia, de coherencia e incoherencia , de balcones
y saetas , de olvidos y desprecios, la única respuesta que encuentro me la
proporciona un cronista de la época, inspirado por Dios, de nombre Juan, hoy
San Juan, que en apartado 20,1-9, narra que una mujer de nombre María
Magdalena, pecadora como todos nosotros, seguidora del Señor en los momentos
más duros de su existencia y muerte, al amanecer de un 16 de abril de hace 2017
años y buscar consuelo ante su sagrada tumba , encontró el sepulcro vacío, y después de la lógica consternación y
desesperación que le produce , pronto va
a hallar la respuesta de boca del resucitado:
- - ¡María
- - ¡Rabboni!
– responde ella.
A partir de ese momento la tristeza se convierte en alegría,
la incertidumbre en certeza, la Pascua en felicidad, y es que son muchos los
argumentos que avalan la tesis y expuestos por los teólogos más prestigiosos de
todos los tiempos , pero en aras de la
brevedad y para que quede constancia del hecho
y de su importancia vais a permitirme como creyente que soy, con más
defectos que virtudes, más padrastro de vicios que padre de virtudes , que
acuda a San Juan Crisóstomo que en una de sus Homilías tuvo el acierto de
decirnos que : “ Gozad todos del
banquete de la fe, que nadie se lamente de sus faltas porque el perdón ha
brotado del sepulcro” , y si esto no era poco, aún nos dice “que nadie tema a
la muerte porque la muerte del Señor nos ha librado de ella”. ¿Quién da más? ¿Qué
podemos temer? ¿No estamos necesitados todos de esperanza ?¿Podemos vivir sin
ella?... Ahora
ya entiendo porque el domingo de Pascua es alegría , sonrisa y canto; anticipo
de la plenitud que invade Pola de Siero todo martes de Huevos Pintos, llueve, nieve
o haga sol, colaboren o no vecinos y autoridades, y es que ese día, martes de
Huevos Pintos siempre es único e irrepetible, y es que durante unas horas el
corazón de Pola es el corazón de Asturias. ¡Que lata y siga latiendo es
responsabilidad de todos! Esta es la humilde explicación que he encontrado al
mensaje de mi amigo Antonio. ¡Ojalá pueda seros útil! Para ello sólo se
necesita reconocer nuestras limitaciones y pedir ayuda, comenzar de nuevo, que para Dios no hay nada
imposible. Un saludo.
¡Felices Pascuas!
José
Antonio Noval Cueto
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