viernes, 17 de mayo de 2019

"La Feriona de Corao"







En un paseo vespertino, en esos días de sol, de mediados de abril, al pasar por el Novalín(Feleches) me encontré con un antiguo amigo que hacía tiempo que no veía y después de las primeras palabras de protocolo y al haber tenido los dos alguna que otra vivencia política, salió  la pregunta de rigor:

-         Jose, ¿Qué pasará en las elecciones generales?

Está todo muy abierto – le dije- . Es difícil hacer un pronóstico, y más aún con el bombardeo interesado de encuestas que lo  complica todo,  más que lo clarifica.

Yo sabía que a mi amigo, en esta época de tantas elecciones, lo único que le preocupaba o lo que más le preocupaba era lo que pasara en las autonómicas y municipales del próximo 26 de mayo, y como era de esperar apareció la inquietud en forma de pregunta:

-         ¿ Y el 26 de mayo quién ganará?

Yo no sabía que responder, y es que no siempre los deseos se acompañan de hechos, y  además las listas electorales que sin duda influyen en el resultado, aún no se conocían…En esas estábamos cuando él, ganadero y típico representante del campo astur, me dijo:

-         A mí ese día, me viene mal. Es la feriona de Corao y tengo mucha faena.

-         Eso tiene solución- le dije- . Vota por correo o busca el momento idóneo para que puedas votar…La feria no dura veinticuatro horas.

Fruto de esa inesperada conversación salen estas letras que me trasladan al principal o uno de los principales problemas que tenemos en España y quizás en toda Europa, si esto sirve de consuelo, y es el de la política y los políticos, y especialmente qué concepción tenemos de la política, qué opinamos  de lo que es o debe ser la política. Todos sabemos o intuimos que todo para bien o para mal depende de la política. No hace mucho denunciaba que la vigente ley electoral no se ajustaba a las necesidades de la sociedad actual, que estaba obsoleta, caduca, y que más que entusiasmar y animar, frustraba, decepcionaba, y ahí sigue y mucho me temo que para seguir. Hoy, cuando vemos  el tradicional bipartidismo  en franco retroceso, cuando intuimos que los nuevos gobiernos saldrán de pactos o alianzas, cuando vemos que la estrategia de sumar votos es más importante que conservar escaños – hubo épocas en la política española que importaba más mi escaño que el número de votos que obtuviera mi partido-, cuando vemos que hay candidato que se presenta para ser gobierno pero no para ser oposición – si uno se presenta es para estar a las duras y las maduras, no para comer la carne y tirar el hueso- , quizás sea el momento de plantearse qué entiende uno por política, aunque sólo sea por liberar remordimientos,   evidenciar mi error o   mostrar el camino a seguir. Ustedes dirán.

La respuesta que no es sencilla, me la ha facilitado hace algún tiempo una valiente y prestigiosa periodista italiana ya fallecida, Oriana Fallaci, que en el libro “El Apocalipsis: Oriana Fallaci, 2004, se entrevista a sí misma”,  al preguntarse si ¿Ha pensado alguna vez entrar en política? Responde: “Sí, una vez sí. Soy un animal político…Mire, para mí la palabra política no es una palabra cualquiera. Es una palabra santa. Una noble tarea, un deber. No es un instrumento para hacer carrera, para asegurarse privilegios inmerecidos, para complacer la propia vanidad o el ansia de poder…Y desde que el mundo es mundo la política pertenece casi siempre a quien no piensa como yo…Hay muchas formas de hacer política entendida como una noble tarea, como un deber. Y yo lo hago escribiendo”.

La cita no tiene desperdicio y nos obliga a todos a posicionarnos. Yo lo hago desde esta columna, que sin llegar a la perfección  y profundidad de Oriana, busca trasladar mi inquietud y lograr que justicia y verdad vayan de la mano.  No podemos permanecer en silencio y menos ser  cómplices de abusos y engaños. Debemos dignificar la política. Nos va mucho en el intento: el hoy y el mañana; el presente y el futuro.

P.D  Deseo que la Feria de Corao, Cangas de Onís, referente de la ganadería astur, tenga más éxito que en ediciones anteriores.

                                            José Antonio Noval Cueto.


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