En un paseo vespertino, en esos días de sol, de mediados de
abril, al pasar por el Novalín(Feleches) me encontré con un antiguo amigo que
hacía tiempo que no veía y después de las primeras palabras de protocolo y al
haber tenido los dos alguna que otra vivencia política, salió la pregunta de rigor:
-
Jose,
¿Qué pasará en las elecciones generales?
Está todo muy abierto – le dije- . Es difícil hacer un
pronóstico, y más aún con el bombardeo interesado de encuestas que lo complica todo, más que lo clarifica.
Yo sabía que a mi amigo, en esta época de tantas elecciones,
lo único que le preocupaba o lo que más le preocupaba era lo que pasara en las
autonómicas y municipales del próximo 26 de mayo, y como era de esperar
apareció la inquietud en forma de pregunta:
-
¿
Y el 26 de mayo quién ganará?
Yo no sabía que responder, y es que no siempre los deseos se
acompañan de hechos, y además las listas
electorales que sin duda influyen en el resultado, aún no se conocían…En esas
estábamos cuando él, ganadero y típico representante del campo astur, me dijo:
-
A
mí ese día, me viene mal. Es la feriona de Corao y tengo mucha faena.
-
Eso
tiene solución- le dije- . Vota por correo o busca el momento idóneo para que
puedas votar…La feria no dura veinticuatro horas.
Fruto de esa inesperada conversación salen estas letras que me
trasladan al principal o uno de los principales problemas que tenemos en España
y quizás en toda Europa, si esto sirve de consuelo, y es el de la política y los políticos, y especialmente qué concepción
tenemos de la política, qué opinamos de
lo que es o debe ser la política. Todos sabemos o intuimos que todo para bien o
para mal depende de la política. No hace mucho denunciaba que la vigente ley
electoral no se ajustaba a las necesidades de la sociedad actual, que estaba
obsoleta, caduca, y que más que entusiasmar y animar, frustraba, decepcionaba,
y ahí sigue y mucho me temo que para seguir. Hoy, cuando vemos el tradicional bipartidismo en franco retroceso, cuando intuimos que los
nuevos gobiernos saldrán de pactos o alianzas, cuando vemos que la estrategia
de sumar votos es más importante que conservar escaños – hubo épocas en la política
española que importaba más mi escaño que el número de votos que obtuviera mi
partido-, cuando vemos que hay candidato que se presenta para ser gobierno pero
no para ser oposición – si uno se presenta es para estar a las duras y las
maduras, no para comer la carne y tirar el hueso- , quizás sea el momento de
plantearse qué entiende uno por política, aunque sólo sea por liberar
remordimientos, evidenciar mi error o mostrar
el camino a seguir. Ustedes dirán.
La respuesta que no es sencilla, me la ha facilitado hace
algún tiempo una valiente y prestigiosa periodista italiana ya fallecida, Oriana Fallaci, que en
el libro “El Apocalipsis: Oriana Fallaci, 2004, se entrevista a sí misma”, al preguntarse si ¿Ha pensado alguna vez entrar
en política? Responde: “Sí, una vez sí. Soy un animal político…Mire, para mí la
palabra política no es una palabra cualquiera. Es una palabra santa. Una noble
tarea, un deber. No es un instrumento para hacer carrera, para asegurarse privilegios
inmerecidos, para complacer la propia vanidad o el ansia de poder…Y desde que
el mundo es mundo la política pertenece casi siempre a quien no piensa como yo…Hay
muchas formas de hacer política entendida como una noble tarea, como un deber. Y
yo lo hago escribiendo”.
La cita no tiene desperdicio y nos obliga a todos a
posicionarnos. Yo lo hago desde esta columna, que sin llegar a la perfección y profundidad de Oriana, busca trasladar mi
inquietud y lograr que justicia y verdad vayan de la mano. No podemos permanecer en silencio y menos ser cómplices de abusos y engaños. Debemos
dignificar la política. Nos va mucho en el intento: el hoy y el mañana; el
presente y el futuro.
P.D Deseo que la Feria
de Corao, Cangas de Onís, referente de la ganadería astur, tenga más éxito que
en ediciones anteriores.
José Antonio Noval Cueto.
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