sábado, 4 de mayo de 2019

“No sólo de pan vive el hombre…”



Nada más conocer la muerte de Manuel Porras Alcántara, más conocido como Manuel Alcántara, el pasado miércoles santo, me golpeó en la cabeza este titular. Estábamos en Semana de Pasión, temporal por Andalucía, procesiones bajo agua, y en medio de esa ciclogénesis , como ahora se la llama, llega la triste y negra  noticia de la muerte del poeta, quien diariamente me acompañaba con su columna a la hora del café con pincho, a ser posible de bonito con mahonesa . Entre bocado ,aroma y prosa versificada se incrustaba la sugerencia ingenioso, la queja humana , la cita oportuna o el recuerdo apropiado, que a eso facultan los muchos años- 91 – y la mucha experiencia. Nada de lo humano le era ajeno. De todo hacía temática.

No he leído todos los artículos  pero sí muchos,  y algunos los conservo en mis carpetas, pues son auténticas joyas literarias y periodísticas, modelos del buen hacer y mejor escribir – ahora que tanto nos cuesta contar o relatar una noticia, y más aún interpretarla- . Sigo tomando el café, pero carece de aroma, cada sorbo trae tristeza, desolación, vacío. La frescura del bonito se pierde en la insulsa harina. La habitación – última página del periódico – sin ocupantes, se convierte en almoneda de anuncios, rellenos o pasatiempos. Pasan los días y no hay quien supla, quien llene su ausencia – no es fácil reemplazar a un genio, a un poeta prosista, columnista -  y todo ello ahonda más mi desamparo, mi tristeza. Desaparece el encanto de mis desayunos precisamente ahora que el periodismo cruje, protesta, cierra  e incluso denuncia que  está en peligro la especie,  y es que los tentáculos del poder cercenan, restringen la libertad. Precisamente ahora que la supervivencia del periódico depende de la calidad, del mérito, de lo bien escrito y mejor argumentado.

Conocí a Manuel Alcántara en el cine Avenida de Burgos, allá por el año 70,en un recital poético de aquellos que organizaba Conrado Blanco bajo el lema de “Alforjas para la poesía”, donde leyó sus poemas en compañía de Federico Muelas, Gerardo Diego, José Antonio Medrano… Todo un lujo para un joven de dieciséis años como yo, que por aquel entonces participaba en la elaboración de una revista colegial que tenía el ambicioso título de “Juventud 70”. A mí se me hacía difícil ser poeta y crítico de boxeo. Después con el correr de los años me fui aficionando a sus columnas y últimamente, gracias a Internet, seguía con cierta periodicidad las actividades de la Fundación Manuel Alcántara, con domicilio en Málaga.

No es la primera vez que digo en esta columna que la mejor prosa escrita en el siglo XX es la de los poetas – caso de Pablo Neruda, Rafael Alberti con sus memorias- y que prosistas como Francisco Umbral o el mismo Gabriel García Márquez han reconocido y divulgado que si algún mérito han obtenido en la literatura se lo deben a la poesía. En esa misma línea  va también Manuel Alcántara, de ahí que sea tan difícil , por no decir, imposible suplir , llenar su ausencia, que además se ha arropado de una cercanía y bonhomía que ha hecho suyos los problemas del mundo, especialmente los de su Málaga natal y de castizo pueblo  del Rincón de la Victoria, donde tenía cita y tertulia   en el bar de costumbre, y  donde se abastecía del palpitar de sus vecinos.

No hace mucho, unos meses atrás, este humano y justo poeta , libre de filias y fobias, ciudadano libre y en ejercicio de su libertad escribía una bella y bonita columna, a modo de loa, al alcalde de su ciudad, don Francisco de la Torre, que testimonia una larga  trayectoria de trabajo y entrega en pro de Málaga y sus gentes, y que él como malagueño y bien nacido, agradecía, y es que la ejemplaridad humana no es patrimonio de ninguna ideología, sino de quien la ejerce .

 Que un poeta sea recibido en el Salón de Espejos del Ayuntamiento y que su alcalde emocionado diga: “Manuel Alcántara forma parte de la historia de Málaga, de la historia de España, y ahí me quedo que no es poco…”  … lo dice todo. ¡Que la política y la cultura se estrechen la mano, incluso ante la muerte,  es digno de encomio! Y es que si nos falta la palabra, no somos nada, ni libres ni humanos.


                            José Antonio Noval Cueto.

P.D Con motivo de su muerte “El Correo de Andalucía” publica estos versos suyos que siguen:

                                    “Si otros no buscan a Dios
                                     yo no tengo más remedio:
                                    me debe una explicación.
                                    No digo que sí o que no.

                                    Digo que si Dios existe
                                    no tiene perdón de Dios.
                                   No digo que no o que sí.

                                   Digo que me gustaría
                                  que él también creyera en mí.
                                  Yo no le guardo rencor.
                                  Si le encuentro alguna vez.
                                  Nos perdonamos los dos."




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