Dicen que cuando uno relee un libro siempre encuentra
contenido, mensaje nuevo, y yo puedo decir que cada vez que voy a Covadonga,
que son muchas, siempre traigo mensajes, contenidos nuevos, y esta reflexión me
viene después de haber visitado el Santuario, el pasado 6 de setiembre para
asistir a la Novena, y cuando una naturaleza en todo su esplendor nos recibía –
día soleado, cielo azul, limpio, sin nubes, temperatura agradable, una
saludable y ligera brisa – y la Santina con su manto azul pálido ganaba
colorido y majestad con el auxilio de los rayos del sol que impactaban en la
Cueva. Llegamos al mediodía, visitamos a la Santina. Repusimos fuerzas y a la
Basílica, que la misa empieza a las 18:00 horas, y a partir de las 16:30 horas
ya acuden fieles para coger sitio. Acuden muchas parroquias, canta la Escolanía
y la homilía corre a cargo de don Manuel Alonso Martín , Delegado episcopal de
Catequesis, bajo el título de “María, Reina y Madre de los niños”(San Pelayo,
mártir).
El templo está cuidadosamente ornamentado, celebra la misa el
señor Abad, Don Adolfo Mariño Gutiérrez , y concelebran los sacerdotes de las
parroquias presentes. Da la bienvenida el canónigo de Covadonga don José Juan
que hace un bello panegírico de San Pelayo , mártir, santo cuyas reliquias se
veneran en el convento de las Pelayas de Oviedo. Ceremonia medida, cuidada, con
cánticos de Escolanía, órgano y palabra, que facilita a los fieles la plegaria,
el rezo, la petición. Y en medio de un ambiente propicio para la escucha,
agradecimiento y perdón, la palabra de Dios que don Manuel nos dirige, con el humilde
deseo que inspirada por Dios, cale en nuestras almas y sea para mayor gloria
de Dios, y lo logró, no a base de grandes exposiciones teológicas o de sesudas
filosofías para gloria personal, sino desde esa naturalidad del hombre de fe,
que desde sus limitaciones recuerda derechos y deberes, y especialmente la
obligación que tenemos todos los cristianos de ser “sal del mundo”, cercanos,
próximos, conectados y solidarios con la
sociedad que nos toca vivir, ya en las alegrías como en las penas, ya en los
problemas y en sus soluciones, y a partir la alerta , el aviso de no ejercer y
practicar un cristianismo egocéntrico, cerrado en uno mismo. No podemos permitir
que nos reduzcan a mera sacristía.
Palabras muy oportunas y necesarias en tiempos de insensato y
falso buenismo, que evita los problemas de cada día, pensando ingenuamente que se solucionan
por sí solos, y más cuando nuestra doctrina salvífica aporta esa esperanza que
tanto necesita una sociedad tan agónica, que cosifica al hombre y manipula a la
mujer, que enfrenta padres con hijos, mayores con jóvenes: una sociedad donde
el ser humano tiene miedo a vivir y más aún a trasmitir vida; una sociedad que
tiene como único trono el “yo”, el
egoísmo, y donde la única alegría que impera es la que dura una ingesta de
alcohol…
Es cierto, don Manuel, que el cristiano no puede permanecer
insensible ante lo que ocurre, algo debe hacer, no sólo decir. Ha de aportar
ese elemento dignificador y humano que siempre le ha caracterizado y que es uno
de los pilares del mundo occidental y de ello puede hablar la Universidad, la
Cultura, la Solidaridad…Algo que no ocurre en otras civilizaciones. ¿Quién da
más?
Siempre que uno sale de Covadonga ya solo piensa en volver, nunca se sacia, y el motivo es
que nadie se cansa del amor de una Madre, la Santina, nuestra Virgen
Protectora.
No sería fiel a mi mensaje si no utilizara este escrito como
cauce o súplica para rogar a las
autoridades competentes que hagan lo posible e imposible para que el santuario
tenga las instalaciones y servicios que los fieles y visitantes demandan. Se lo
agradeceremos todos, especialmente los asturianos. ¡Covadonga necesita un
toque, una puesta a punto, un proyecto a la altura del siglo XXI!¡Que no sea
por falta de dinero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario