lunes, 9 de septiembre de 2019

¡Que no nos aíslen: Todo lo humano nos importa…!






Dicen que cuando uno relee un libro siempre encuentra contenido, mensaje nuevo, y yo puedo decir que cada vez que voy a Covadonga, que son muchas, siempre traigo mensajes, contenidos nuevos, y esta reflexión me viene después de haber visitado el Santuario, el pasado 6 de setiembre para asistir a la Novena, y cuando una naturaleza en todo su esplendor nos recibía – día soleado, cielo azul, limpio, sin nubes, temperatura agradable, una saludable y ligera brisa – y la Santina con su manto azul pálido ganaba colorido y majestad con el auxilio de los rayos del sol que impactaban en la Cueva. Llegamos al mediodía, visitamos a la Santina. Repusimos fuerzas y a la Basílica, que la misa empieza a las 18:00 horas, y a partir de las 16:30 horas ya acuden fieles para coger sitio. Acuden muchas parroquias, canta la Escolanía y la homilía corre a cargo de don Manuel Alonso Martín , Delegado episcopal de Catequesis, bajo el título de “María, Reina y Madre de los niños”(San Pelayo, mártir).

El templo está cuidadosamente ornamentado, celebra la misa el señor Abad, Don Adolfo Mariño Gutiérrez , y concelebran los sacerdotes de las parroquias presentes. Da la bienvenida el canónigo de Covadonga don José Juan que hace un bello panegírico de San Pelayo , mártir, santo cuyas reliquias se veneran en el convento de las Pelayas de Oviedo. Ceremonia medida, cuidada, con cánticos de Escolanía, órgano y palabra, que facilita a los fieles la plegaria, el rezo, la petición. Y en medio de un ambiente propicio para la escucha, agradecimiento y perdón, la palabra de Dios que don Manuel nos dirige, con el humilde deseo que inspirada por Dios, cale en nuestras almas y sea para mayor gloria de Dios, y lo logró, no a base de grandes exposiciones teológicas o de sesudas filosofías para gloria personal, sino desde esa naturalidad del hombre de fe, que desde sus limitaciones recuerda derechos y deberes, y especialmente la obligación que tenemos todos los cristianos de ser “sal del mundo”, cercanos, próximos, conectados y solidarios  con la sociedad que nos toca vivir, ya en las alegrías como en las penas, ya en los problemas y en sus soluciones, y a partir la alerta , el aviso de no ejercer y practicar un cristianismo egocéntrico, cerrado en uno mismo. No podemos permitir que nos reduzcan a mera sacristía.

Palabras muy oportunas y necesarias en tiempos de insensato y falso buenismo, que evita los problemas  de cada día, pensando ingenuamente que se solucionan por sí solos, y más cuando nuestra doctrina salvífica aporta esa esperanza que tanto necesita una sociedad tan agónica, que cosifica al hombre y manipula a la mujer, que enfrenta padres con hijos, mayores con jóvenes: una sociedad donde el ser humano tiene miedo a vivir y más aún a trasmitir vida; una sociedad que tiene como único trono  el “yo”, el egoísmo, y donde la única alegría que impera es la que dura una ingesta de alcohol…   

Es cierto, don Manuel, que el cristiano no puede permanecer insensible ante lo que ocurre, algo debe hacer, no sólo decir. Ha de aportar ese elemento dignificador y humano que siempre le ha caracterizado y que es uno de los pilares del mundo occidental y de ello puede hablar la Universidad, la Cultura, la Solidaridad…Algo que no ocurre en otras civilizaciones. ¿Quién da más?

Siempre que uno sale de Covadonga ya solo  piensa en volver, nunca se sacia, y el motivo es que nadie se cansa del amor de una Madre, la Santina, nuestra Virgen Protectora.

No sería fiel a mi mensaje si no utilizara este escrito como cauce o súplica  para rogar a las autoridades competentes que hagan lo posible e imposible para que el santuario tenga las instalaciones y servicios que los fieles y visitantes demandan. Se lo agradeceremos todos, especialmente los asturianos. ¡Covadonga necesita un toque, una puesta a punto, un proyecto a la altura del siglo XXI!¡Que no sea por falta de dinero!


                                             José Antonio Noval Cueto.


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