Ahora que en muchas ciudades españolas se izán enormes
banderas española (Oviedo) y que España es tema de debate
entre las diferentes fuerzas políticas que conforman el Estado, me atrevo a
personalizar su nombre, aunque de sobra sé que mi queja o desencanto poco va a cambiar
las cosas, pues un átomo de verdad – mi verdad
– en el imperio de la mentira y del engaño rápidamente se diluye, pero aun así
no desisto del intento.
Nunca me ha gustado usar el nombre de España en vano. Soy de
los que cree que a España se la quiere y defiende con el trabajo honesto que cada uno hace desde nuestras respectivas
responsabilidades , con la cultura y el respeto a las tradiciones y costumbres que conforman nuestra identidad-
hasta el Quijote visitó Barcelona y María, hija de Cid y esposa de Ramón
Berenguer III, fue condesa-. Últimamente ante la intoxicación mediática que nos
invade he llegado a plantearme si puede representar a sus vecinos quien no
respeta nuestra manera de ser y vivir, nuestra esencias.
Formamos la nación más
antigua de Europa y hemos realizado importantes aportaciones históricas no
igualadas por nadie, de ahí aquello de
que en tiempos de Felipe II “en nuestro territorio no se ponía el sol”, y todo
ello ha conformado una dinámica y solidaria civilización de más de 500 millones
de personas, que hablan el mismo idioma y que comparten proyectos y
aspiraciones comunes. No hace mucho, en esta crisis económica reciente, uno de
los salvavidas más firmes que nos permitió remontar y salir a flote vino de
toda Hispanoamérica.
Ante la abusiva campaña de mentiras, engaños , promesas y
desmentidos, muchos españoles decimos:¡Basta! Estamos hartos que se nos quiera dirigir
y teledirigir, que se nos quiera obligar a pensar de modo diferente, que se nos
quiera colonizar, instrumentalizar y no
se nos permita ser como somos que mucho
dinero y esfuerzo costó, y todo esto en la tierra del honor y la picaresca, de Celestina y Santa Teresa, de Don Juan y doña
Inés, de Don Quijote y Sancho, de Clarín y Galdós , Pemán y Federico, de
Sánchez Mazas y Umbral.
Y en medio de todo esto la máquina del dinero comprando
voluntades , ideas y todo lo que haga falta. La corrupción nos tapa la boca y
cierra los ojos. Un día sí y otro también, pestilentes
y alarmantes portadas de prensa vomitan letras encenegadas y números que taladran
. La “contaminación” alcanza niveles tan peligrosos que activa la alarma en
Europa. Un tsunami tambalea los diques del Estado y quiebra sus instituciones y ,en medio ,el sufrido y paciente pueblo español que no da crédito a lo que oye
y ve. “Ahora sí” que Podemos consigue “Un
gobierno contigo”, y como equipo de ayuda las huestes de Oriol , que en pocas
días puede pasar que de presidiario a
presidente. ¡Ya nadie se acuerda cuando policía y guardia civil dormían en los barcos !
Y a esto se le llama “gobierno de progreso” .
Después de tanta Reconquista, casorios, condados y Descubrimiento,
España no se merece esto. ¿Es está la tan cacareada superioridad moral de la izquierda?¿Quién
pagará la factura?
En el discurso de Navidad del Rey don Juan Carlos I de 2013
el monarca denunciaba que España tenía un problema político y la resolución del
mismo correspondía a la clase política. Hoy, casi seis años después, el problema
sigue sin resolver, y es que la lógica de nuestros líderes pasa por: primero, yo;
después, el partido, y en último lugar, España. Los suicidios colectivos son de
otra época. A partir de ahora toca “Manual de resistencia”.
José Antonio Noval Cueto.
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