Quisiera que estas palabras transmitieran las vivencias experimentadas el pasado 24 de diciembre a las 21.00 de la tarde, cuando mi familia se sentó para escuchar el tradicional mensaje de Navidad de su Majestad el rey Felipe VI, algo que hacemos desde siempre. Era el décimo mensaje de su Majestad, era mucha la expectación, dentro del desánimo generalizado, resignación y frustración que preside la vida política, ya que la mayoría de los españoles, entre los que me encuentro, nos consideramos timados, engañados y nos decimos si, después de los muchos esfuerzos que hicimos unos y otros para lograr un marco de convivencia y progreso, mereció la pena, cuando vemos lo que vemos que los jueces en vez de juzgar son juzgados y desautorizados. Su discurso duró casi 13 minutos, concretamente 12 minutos y 59 segundos y lo vieron más de seis millones que ya es mucho decir, dadas las altas dosis de desencanto y desprecio a la verdad, la justicia, el futuro que nos inyectan a diario.
Todos estábamos expectantes, ansiosos por conocer lo que
opina el Rey ante la grave situación que se vive, y su Majestad respondió con
creces a lo que de Vd. esperábamos. ¡Esto no es una broma!¡Nos la jugamos! Ahora que tanto se habla de la Memoria
Histórica, el Rey habló de la historia reciente de nuestra patria, de los
cuarenta y cinco años de Constitución (1978-2023). Hizo balance de la misma, confesiones o
declaraciones valientes, no sin antes recordarnos que no todo vale en Política.
Con rostro serio y circunspecto, en tono ameno, en tiempos de lo políticamente
correcto, de amigo a amigo, con el fin de prevenir, de alertar, nos dijo lo que
él pensaba del momento actual, lo que nos puede pasar si no tomamos
precauciones. La responsabilidad es de todos, pero de unos más que de otros, y
todo en un momento en que los calumniadores asalariados intentan confundir,
justificar lo imposible, cambiar la historia e incluso inventarla y decirnos
que Don Quijote nunca estuvo en Barcino(Barcelona)
Nos dijo que en estos 45 años de vida democrática la
Constitución y cito palabras suyas:” es sin duda, el mejor ejemplo de unión y
convivencia entre los españoles”…”La Constitución ha sido el mayor éxito
político de nuestra reciente historia”…”Gracias a ella, España consolidó una
democracia plena, abierta e integradora…” “Gracias a la Constitución
conseguimos superar la división…”
…”Fuera de la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles”…
Según iba desgranando su mensaje uno hacía suyas sus palabras
y la oportunidad de las mismas, pues son muchos los españoles, respetuosos con
la verdad, que sabemos que no vamos por
el buen camino, que esto es el mundo al revés, que no pueden los delincuentes
juzgar a los jueces, que no puede un prófugo de la justicia dirigir el destino
de todos nosotros…que no pueden salvar y proteger a España, quienes la quieren
fragmentar, romper…que un Estado de Derecho se fundamenta en la Ley, que no se
puede indultar y menos amnistiar a quien no reconoce sus culpas o errores, y
más cuando hay mucho dolor detrás de ellos. No se puede silenciar, amurallar a
los votantes del partido ganador de las elecciones…¡Busquemos la concordia, la
sana convivencia, no la división, la
tensión…!
En este impresionante confesión pública del Rey nos dice que
esa unión que reafirma nuestra Constitución tiene profundas raíces históricas y
culturales y -cito palabras suyas- “
…debe descansar sobre los valores que rigen toda convivencia democrática:
libertad, justicia, igualdad, pluralismo político” Y como muy bien dijo su Majestad en Octubre,
en Asturias, en la entrega de los Premios Princesa de Asturias “…es con la
unión , con el esfuerzo colectivo y con las actitudes solidarias como se
construyen las grandes obras…Es así como un país progresa”
Concluye su Majestad recordándonos que somos una gran Nación
que, en su día, decidió los destinos de Europa y los sigue decidiendo en mayor
o menor medida, y nos recuerda que todos- unos más que otros- “tenemos el deber
moral de impedir que el germen de la discordia se instale entre nosotros”.
En tiempos tempestuosos, difíciles, donde todo vale para
socavar, dividir, romper, enfrentar que su Majestad el Rey haya tenido la
valentía de decirnos lo que piensa de la actualidad diaria y alertarnos de lo
que puede ocurrir, merece mi aplauso y agradecimiento. No todos se atreven a
decir lo que piensan. Hay mucho calumniador asalariado. No es la primera vez
que lo ha hecho. También en uno de los momentos más convulsos de la historia
reciente, un 3 de octubre de 2017, a raíz de la Declaración Unilateral de
Independencia de Cataluña, también se dirigió a la Nación para decirnos lo que
pensaba y ello ha contribuido, en mucho, a frenar el problema. Ahora, por
desgracia, otros lo vuelven a agitar. Majestad, si le sirve de tranquilidad y estímulo,
somos muchos los españoles que no sólo agradecimos sus palabras, sino que
suscribimos su contenido.
Hace unas semanas en esta misma columna recordaba una
magnífica película de Jean Renoir titulada “Esta es mi tierra”, cuyo
protagonista Alberto Lory, colaborador de la resistencia francesa, es un
maestro solterón que se despide de sus alumnos antes que le detengan las SS de
Hitler, leyéndoles los artículos principales de su Constitución. Hoy, Majestad, ha sido VD.
nuestro maestro Alberto Lory que nos recuerda que el artículo 2 de la
Constitución dice: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de
la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y
reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones
que la integran y la solidaridad entre ellas.” ¡MAJESTAD, MUCHAS GRACIAS!¡FELIZ
AÑO 2024!
José Antonio Noval Cueto.