miércoles, 30 de octubre de 2013

“Después de una vida vivida…

     

Revista “Uncuartodehora”

Después de una vida vivida, toca hacer balance. Con estas sencillas palabras empezó su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua don Aníbal Imaginación Esperanza, periodista de profesión, novelista de raza y gran conocedor del corazón humano y divulgador de su Asturias natal.

Aquel 23 de abril de 2.060  ,Día del Libro, el silencio en la Sala de Juntas de la Real Academia  era absoluto. Todos estábamos pendientes del enorme atril, con abundante luz, desde donde el nuevo académico, que ocuparía la letra “ñ”, empezaría placidamente a desmenuzar su discurso, que bajo el título “El escritor como creador”, prometía ser de lo  de lo más  sentido e interesante.

 Elegantemente vestido y con ese tono distinguido que le da su presencia física y su brillante y abundante pelo grisáceo, don Aníbal, después de definirse como aprendiz de humanista, empezó a balbucear su melódico y medido discurso. Se le veía esplendoroso, triunfante, feliz.

Sus manos pequeñas, blanquecinas, de azuladas y abultadas venas, iban pasando de manera lenta y armonioso, como si fuera un suspiro, las hojas de su discurso, que se centró especialmente en resaltar el poder que tiene el escritor para ser creador, dar vida a personajes, ambientes y situaciones,  en crear, a partir de la nada, como si fuera otro “dios”.

Sería prolijo- decía don Aníbal- hablaros de todas mis criaturas, de todos mis hijos,  mis escritos, pero hay un personaje con  el que siempre me he sentido muy identificado muy orgulloso y éste no es otro que Dionisio de Rivera,  protagonista de la trilogía “Los héroes sin nombre” y sobre el que quiero expresar algunas ideas, que buscan justificar una vez más el hilo conductor de este Discurso, que no es otro que demostrar el insigne poder que tenemos los escritores de Crear, de crear belleza,  de transformar la realidad y al hombre..  Recuerdo que puse el nombre de Dionisio por dos motivos, era un nombre clásico, de siempre, y además me remitía al dios griego Dioniso, dios del vino, de la vid, de la fiesta.¿Puede entenderse la cultura occidental sin el vino?. El  apellido “de Rivera”, lo he utilizado por la fuerza de convocatoria que tiene, pues impregna muchas páginas de la Historia de España y hermana bien con el “vino”, que, nunca mejor dicho, tiene que tener “su Rivera”, ya sea del Duero, del Guadiana, del Ebro, o entendido en sentido más lato, su límite en la ingesta…Me fue más fácil darle contenido, y como  personaje real o  protagonista no escogí ni al apuesto galán de cine , ni al futbolista de fama, ni  a un  ejecutivo del alto nivel,  ni a un líder político, sino  un apacible maestro, de mediana edad, bigote poblado, pelo entrecano que, como Hernán Cortés, tuvo la osadía de quemar todas sus naves, allá por el 2.040, para conquistar nuevamente el reino de la Lengua y de la Imaginación, pues creía imprescindible recordar al hombre que pensamos y analizamos la realidad con palabras; en resumen, su reto, mi reto,  era hacer de todos nosotros conquistadores de espacios nuevos y creadores de mundos nuevos, donde el ser humano fuera el protagonista principal, pero para ello este protagonista, de nombre Dionisio de Rivera, va arropado con una virtud muy en desuso en los últimos tiempos,  y no es otra que la HUMILDAD, y que practica  al decirnos lo que aprendió del pastor del pueblo de su abuelo, Cayo, que sabía cuando llovía o no , donde moraban las comadrejas, los raposos...de Daniel, el cazador, que le hablaba de las pisadas y huellas de las fieras, de los nidos de cría, de la importancia de la espera y del dominio del tiempo y de uno mismo para lograr una buena cacería, o de las preocupaciones de los vecinos del pueblo de su padre, en la montaña asturiana, al comprobar la incertidumbre que les invadía, si llovía  o no, si quemaba o no la madera del bosque, si los lobos atacaban los animales que pastaban, pues todo ello era su base alimenticia.

En el fondo, aunque antes he hablado de mi preferencia por Dionisio de Rivera, creo que este personaje  o sus cualidades ,con más intensidad o fuerza, está en todos los protagonistas de mis novelas, pues siempre he admirado las potencialidades del ser humano,  aunque muchos, por desgracia, incomprensiblemente, hayan dejado de ejercerlas, pues, quizás sea  más cómodo renunciar a PENSAR, a CREAR.

Quiero concluir mi Discurso en  este templo de la sabiduría y de la fantasía agradeciendo la elección de los señores académicos y reiterando a todos los presentes el poder que debe tener la imaginación y la necesidad que la misma esté al servicio de la HUMANIDAD.

Hoy, amigas y amigos, se da respuesta a una vieja pregunta de los teóricos de la poesía cuando se preguntaban  ¿Quién gobierna en el reino de los sueños?  EL HOMBRE



                                              José Antonio Noval Cueto

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