viernes, 29 de agosto de 2014

“Humanismo cívico”


Hacía últimos de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX observé con preocupación que las llamadas Humanidades,  concepto que engloba disciplinas como Filosofía, Literatura, Historia, Latín., Griego…) empezaban a ser cercenadas o arrinconadas del sistema educativo español y mi sorpresa fue a más cuando la gobernabilidad de España correspondía a un Partido , que en sus años de clandestinidad y lucha más las utilizó para justificar sus postulados y con muchos de sus militantes formadas excelentemente en esas disciplinas ,así el profesor don Enrique Tierno Galván,  Juan Luis Rodríguez Ibarra,  entre otros muchos. Desconozco los motivos de tal planteamiento   y supongo  que quizás llevados de un sentido utilitarista de la vida y del éxito fácil pergeñaron un  programa educativo, meramente técnico, donde la reflexión y el sentido crítico no tuvieran su impronta, y donde los valores morales fueran una mera etiqueta. Era una concepción educativa pensada más en el consumo, en el tener ( ya sea televisión, coche, ordenador, vivienda, vacaciones de verano), que en el ser, en las esencias y raíces de un pueblo, de una cultura. Era más importante el manejo de las herramientas, aparatos,  que conocer, valorar y proteger a  la persona y proporcionarle aquellas alforjas duraderas que mejorasen su convivencia y su ansia de un futuro más esperanzado. Las ideas del hombre  , su historia, sus vivencias no interesaban…El pasado y el futuro no existían, sólo  importa el inaprensible presente. Había que preparar a nuestros jóvenes para “trabajar, consumir, callar….Su  gran error fue centrar todo su mensaje en el presente. Carecía de altura de miras. Su única justificación el salario, el pan, pero desdeñaba el futuro- los que vengan detrás que se defiendan, decían-  y despreciaba el pasado, como si la sociedad actual fuera sólo impulso de las generaciones actuales.

Las consecuencias de todo esto son de sobra conocidas, pues nos lleva a afirmar que la verdad no existe y a padecer una corrupción moral de unos niveles alarmantes, donde sólo rige el beneficio personal, por los medios o modos que sean No hace mucho algún responsable político decía que España era el país donde era más fácil enriquecerse y hoy la nación donde se pasa de ministro a presidiario con cierta frecuencia. ¡Ahora hábleme usted de lealtad, fidelidad, generosidad, solidaridad, ayuda al necesitado, relevo generacional, patriotismo y otras milongas! ¡ Qué lejos aquellas frases de José Ortega y Gasset, que desde su agnosticismo respetuoso decía:   “si Dios se hizo hombre es que ser hombre es lo más importante que se puede ser”!

Esto se veía venir y los intelectuales serios, independientes y rigurosos alertaron del problema, de las consecuencias nefastas de ese tipo de planteamientos, En aquel entonces se denunció por ineficaz y peligroso la proliferación de  las políticas antinatalistas, ahora nos que quejamos que no tenemos el deseable relevo generacional, y todo por ese excesivo culto al presente y al joven que nos han imbuido, como si envejecer fuera un delito, como si hubiera que pedir perdón por tener arrugas o canas o fallos de memoria.

Entre esos trabajos serios que parten del principio fundamental de recordarnos que el ser más importante de la Creación es el hombre, tenemos el libro  “Humanismo cívico”,  que da título a este artículo, publicado en el año 1.999 por el profesor de Filosofía y exrector de la Universidad de Navarra, don Alejandro Llano Cifuentes, y que lo define como “ la actitud que fomenta la responsabilidad y la participación de las personas y comunidades ciudadanas en la orientación y desarrollo de la vida política”, donde nos alerta del peligro de convertir al ciudadano en súbdito y nos avisa que la excesiva corrupción puede generar una apatía cívica, al considerarse el ciudadano extranjero en su propia patria. Algo que cada vez se pone más en evidencia, por desgracia, en la sociedad actual y está generando abundantes y peligrosos réditos a fuerzas  políticas  de nueva implantación.

Si ya en aquel entonces el profesor Alejando Llano reivindicaba el protagonismo de la sociedad civil y la necesidad de proteger las “solidaridades básicas” amenazadas por lo que él denomina “tenosistema” o “tecnoestructura” , término que incluye a  los tres ejes estructurantes que dominan la esfera pública que son : Estado, mercado y medios de comunicación”, esto cobra tintes de tragedia, a partir de la “crisis” o  con el pretexto de la misma.

 Aún estamos a tiempo que evitar lo que tanto temía nuestro eximio humanista Antonio Machado cuando nos decía: “Allí donde la razón y la moral se jubilan, la bestialidad conserva el empleo”, pero para evitar esto el Humanismo cívico nos invita a transformar la sociedad a partir de la transformación de nosotros mismos.¡Si queremos, podemos!


                     José Antonio Noval Cueto.                                                

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