Hacía últimos de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX observé con preocupación que las llamadas Humanidades, concepto que engloba disciplinas como Filosofía, Literatura, Historia, Latín., Griego…) empezaban a ser cercenadas o arrinconadas del sistema educativo español y mi sorpresa fue a más cuando la gobernabilidad de España correspondía a un Partido , que en sus años de clandestinidad y lucha más las utilizó para justificar sus postulados y con muchos de sus militantes formadas excelentemente en esas disciplinas ,así el profesor don Enrique Tierno Galván, Juan
Las consecuencias de todo esto son de sobra conocidas,
pues nos lleva a afirmar que la verdad no existe y a padecer una corrupción
moral de unos niveles alarmantes, donde sólo rige el beneficio personal, por
los medios o modos que sean No hace mucho algún responsable político decía que
España era el país donde era más fácil enriquecerse y hoy la nación donde se pasa de ministro a presidiario con cierta frecuencia. ¡Ahora hábleme usted
de lealtad, fidelidad, generosidad, solidaridad, ayuda al necesitado, relevo
generacional, patriotismo y otras milongas! ¡ Qué lejos aquellas frases de José
Ortega y Gasset, que desde su agnosticismo respetuoso decía: “si Dios se hizo hombre es que ser hombre es
lo más importante que se puede ser”!
Esto se veía venir y los intelectuales serios,
independientes y rigurosos alertaron del problema, de las consecuencias
nefastas de ese tipo de planteamientos, En aquel entonces se denunció por
ineficaz y peligroso la proliferación de las políticas antinatalistas, ahora nos que
quejamos que no tenemos el deseable relevo generacional, y todo por ese
excesivo culto al presente y al joven que nos han imbuido, como si envejecer
fuera un delito, como si hubiera que pedir perdón por tener arrugas o canas o
fallos de memoria.
Entre esos trabajos serios que parten del principio
fundamental de recordarnos que el ser más importante de la Creación es el hombre, tenemos
el libro “Humanismo cívico”, que da título a este artículo, publicado en el
año 1.999 por el profesor de Filosofía y exrector de la Universidad de
Navarra, don Alejandro Llano Cifuentes, y que lo define como “ la actitud que
fomenta la responsabilidad y la participación de las personas y comunidades
ciudadanas en la orientación y desarrollo de la vida política”, donde nos
alerta del peligro de convertir al ciudadano en súbdito y nos avisa que la
excesiva corrupción puede generar una apatía cívica, al considerarse el
ciudadano extranjero en su propia patria. Algo que cada vez se pone más en
evidencia, por desgracia, en la sociedad actual y está generando abundantes y peligrosos
réditos a fuerzas políticas de nueva implantación.
Si ya en aquel entonces el profesor Alejando Llano reivindicaba
el protagonismo de la sociedad civil y la necesidad de proteger las “solidaridades
básicas” amenazadas por lo que él denomina “tenosistema” o “tecnoestructura” ,
término que incluye a los tres ejes
estructurantes que dominan la esfera pública que son : Estado, mercado y medios
de comunicación”, esto cobra tintes de tragedia, a partir de la “crisis” o con el pretexto de la misma.
Aún estamos a tiempo que evitar lo que tanto
temía nuestro eximio humanista Antonio Machado cuando nos decía: “Allí donde la
razón y la moral se jubilan, la bestialidad conserva el empleo”, pero para evitar esto el Humanismo cívico nos invita a transformar la sociedad a partir de
la transformación de nosotros mismos.¡Si queremos, podemos!
José Antonio Noval Cueto.
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