Publicado en "La Nueva España" (13-IX-2014)
Un amigo mío siempre que llama por
teléfono a su hermano, religioso de clausura, escucha la misma
pregunta:
-¿Qué hay por el mundo?
Y últimamente mi amigo le responde:
-Lo de siempre… Suben los impuestos, aumenta la corrupción, tenemos menos
empleo y cuesta mucho llegar a fin de
mes... Usamos menos el coche, arreglamos nuestra ropa – ahora hay tiendas
de reparación de ropa usada- y por no comprar no compramos ni el
periódico, lo leemos en la Casa de Cultura y lo único que gastamos son
las suelas de nuestros zapatos de tanto caminar o pasear por las calles...
Tenemos hasta comedores especiales para gentes carentes de recursos y
para transeúntes y como siempre el pueblo por un lado y la Política por
otro. Unos se van de vacaciones a Tailandia y otros vamos alguna vez que otra a
la playa de Gijón…Nadie o casi nadie se preocupa del necesitado, del sin
recursos.
Su hermano asombrado y preocupado insiste:
- ¿Pero tendréis alguna ilusión, alguna esperanza, algo que os motive, que os mueva?
- Pocas o casi
ninguna- contesta mi amigo-. Nuestra única ilusión es subsistir, cobrar a final
de mes y nuevamente a esperar…aunque ahora tenemos nuevo rey, Felipe VI; un
nuevo partido que promete aliviarnos de nuestras angustias y nuevos conflictos internacionales en Ucrania y en Siria que pueden complicarnos más la vida…por
lo demás el primer percebe de temporada se ruló a 73 euros el kilo y para
más colmo las sardinas escasean.
No hay duda que el paso de los años
produce escepticismo, desencanto, parece que las sorpresas se atemperan con el
crecer, que el optimismo se carga de prudencia y que no hay nada nuevo bajo el
sol. Que todo se mueve según la ley de la oferta y la demanda, según los
mecanismos del mercado, del interés, de la productividad, pero noticias tan
alarmantes e inesperadas como la epidemia de ébola- algo que pensábamos que
estaba desterrado de la faz de la tierra-, que asola Äfrica y amenaza al mundo
entero han puesto en evidencia nuestra pobre lógica, nuestra razón acomodaticia,
y es que las piedras, hablan, gritan, demandan ayuda a través de las
conductas ejemplares del padre Miguel Pajares y sus colaboradores, ya
fallecidos, que con su testimonio de entrega y coherencia nos recuerdan las
palabras del Padre Christian ,ejecutado en el monasterio de
Tibhirine(Argelia) un 21 de mayo de 1.996, cuando dice “mi vida no tiene más
valor que otro,,, ni tampoco menos…” . Una vez más se comprueba que es en las
situaciones límites, de desesperanza, donde el ser humano da lo mejor de sí
mismo y nos muestra a todos que es posible un mundo mejor, pero con una
condición y es que no miremos demasiado nuestro ombligo, que sepamos que
los demás existen, que no nos consideremos demasiado importantes, pues somos meros transeúntes que deambulamos por los caminos de la
vida. Estos son los ejemplos que necesitamos y viene bien recordarnos,- ya que
quizás no leamos biografías ni vidas de santos-, que es obligación de todos hacer un
mundo más justo, más solidario, más próximo, más humano, pero para ello
el ingrediente que no puede faltar es el Amor con mayúscula.
Hace unos días nuevamente se reprodujo la
conversación entre ambos hermanos y se repitió la pregunta:
¿Qué hay por el mundo?
La respuesta en este caso fue diferente y
mi amigo, algo más ilusionado, respondió:
-: Asturias ya recauda más de lo previsto, concretamente 100 millones de euros más en IVA e IRPF. Hay nuevas vocaciones de carmelitas descalzas en Zarauz, y para colmo, un bebé de diez meses, a quien le han
puesto el nombre de Princesa, llega a las costas de Tarifa, sola, sin sus
padres, en una patera... Ahora ya empiezo a entender el optimismo de Rajoy
cuando dice que la “recuperación es firme y cada vez más intensa”.
No quisiera terminar este escrito sin
agradecer la sensibilidad y la ayuda prestada por el Gobierno del Sr. Rajoy al repatriar al padre Migel Pajares- recientemente fallecido- y a la monja
Juliana Bohi, -que sigue su lenta recuperación, -, pues
bueno es saber que no sólo de pan vive el hombre...
JoséAntonio Noval Cueto.
José
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