Han acabado las fiestas del Carmen de Traspando y en este
pueblo sierense vuelve a ser noticia el ciclismo, convertida ahora en carrera
de “chapes” entre Antón y Xuacu, como en
otro tiempo, no hace mucho, algunas décadas, subían el mítico Piqueru , con
premio en la cima, Julio Jiménez, Martín Piñera, Pérez Frances…, pero esta vez
no hubo necesidad de sirenas de guardias de tráfico, ni caravana de motos que
apoyase a los corredores. Ahora sólo hizo falta la palabra, el gesto, el
movimiento en escena de cuatro actores, dos hombres (Antón y Xuacu) y dos mujeres
(Telva y Blasa) y un sobrio decorado: fuente, plaza y casa…que nos sitúan en el
otoño de 1947 y a través de sus avatares y juegos nos desgranan sus preocupaciones. Entre escena y
escena una grabación, que hace las veces de coro griego, prepara al espectador lo que va a encontrarse. Y todo ello
transcurre en una pequeña carpa situada en el patio de las Escuelas, que
también para la ocasión muestran una original exposición con fotografías de
cursos y alumnos del pueblo, así como
pupitres y libros de la época, donde no puede faltar la Enciclopedia Älvarez ,
Fábulas , una edición antigua del “Viaje a la Alcarria” entre otros, así
como la peonza con su cuerda correspondiente.
Una vez más el teatro, el género más popular en España –
según Clarín- y de más abolengo, sirvió de espejo de una época, de unas
costumbres y de unos tiempos muy diferentes a los actuales. Estamos en la
inmediata postguerra donde la escasez y la necesidad tenían su trono. Época de
juegos colectivos: chapes, banzones – hoy canicas-, peonza, escondite, cascayu…y
ya en los inicios de la adolescencia el pudor, la ternura, las primeras
miradas, el primer beso, y a ello contribuyó un argumento muy bien interpretado
que buscaba contrastar tiempos, comparar y sacar los aspectos positivos y
negativos, las bondades del pasado y los obstáculos del presente; que no todo
tiempo pasado fue malo, ni todo tiempo futuro mejor, y es que y aquí viene la
queja, la denuncia: Los pueblos se despueblan, quedan “cuatro vieyos”.
La puesta en escena sencilla, natural, original y cada
personaje muy metido en su papel. Una de las sorpresas mejor guardadas fue la
incontinencia urinaria de Xuacu y la solución técnica diseñada. Limitación que siempre se hacía presente cuando el abusón de
Antón le presionaba o cuando Blasa, “ la de la nariz de pasa” se hacía la
encontradiza y le hablaba; por el medio referencias a la mitología asturiana como el “cordobeyu” o a los ases del ciclismo
de la época, en las figuras de Berrendero y Langarica. Para este contraste de épocas el autor sitúa
a los personajes en la Navidad, Antroxu y Cuaresma, y así se desliza la trama,
donde poco a poco descubrimos que a “Xuacu gustai Blasa”. Todo expresado en un
lenguaje sencillo, fácil comprensivo – el bable nuestro, de Siero, Valdesoto,
Traspando…-, con imágenes originales , y de manera constante y como corresponde
al juego de niños y sus secretos, el juramento – no eran los tiempos del
prometo ni del imperativo legal- el “juro por mi pá, mio má, mi güelu, mi güela y
las terribles consecuencias del incumplimiento: “que el pelo, que los ojos, que
tu lengua sea tan larga como el “mangu” de una fesoria…”. Concluye la obra con
el reencuentro de aquellos niños ya convertidos
en “vieyos”, y la casa de sus encuentros infantiles en venta, y es que
en los pueblos “Ya sólo quedamos cuatro vieyos”.
Mensaje muy actual y que exige una pronta respuesta de la
Administración y más ahora que tanto se habla del Plan de la Asturias Central, donde
el medio rural ha de tener el tratamiento adecuado. Tema de por sí grave y más
aún en la Asturias de las alas, donde la despoblación adquiere tintes
alarmantes. En Traspando ya no tenemos escuela.
No pueden empezar mejor unas fiestas que con el amparo del
teatro, y después el reencuentro de familiares y amigos que regresan para
venerar a la Patrona, la Virgen del Carmen y revindicar sus orígenes: soy de
Traspando y como tal ejerzo. Los demás ingredientes los típicos de una romería
asturiana: parchís, bollu preñau, botella de sidra y música baile para la
verbena amenizada por el Duo Duende, que fue del agrado de todos. El plato
fuerte,el domingo, día 19, con la Misa Procesión de la Virgen del Carmen por el
pueblo, música de gaita y tambor, y la
siempre esperada actuación del Coro del Hogar de Pensionistas del Berrón que
nunca defrauda. Posteriormente subasta de la tradicional cesta, sesión vermut y
comida de hermandad a base de fabada, pitu caleya y arroz con leche., y todo ello en un
día espléndido Ingredientes básicos para
pasar un día feliz con los nuestros y entre los nuestros.
Una vez más y desde hace 10 años la Asociación
de Vecinos de Traspando hace lo posible y lo imposible para que nosotros, los
vecinos, celebremos a nuestra Patrona. ¡Muchas gracias! ¡Ah, se me olvidaba
deciros que la partida de “chapes” entre
Berrendero y Langarica o mejor entre Antón y Xuacu acabó en empate!
Ha sido un placer una vez más gozar de la presencia entre nosotros del Grupo de Teatro San Félix de
Valdesoto y su obra “Ello yera una vez”, y una vez más decir aquello de “que de
casta le viene al galgo”, pues pocos pueblos de España tienen su naturalidad y capacidad interpretativa.
¡Viva la Virgen del
Carmen y hasta el próximo año!
José Antonio Noval Cueto.
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