Parece una contradicción, pero está en el ADN de la condición
humana, ya que toda vida se nutre de alegrías y tristezas, de éxitos y
fracasos, de salud y enfermedad, de vida y muerte, pero aun así , buscamos
caminos, sendas que nos “garanticen” una
mayor seguridad, un mejor camino, en nuestra vana pretensión de ser inmortales
y convertirnos en dioses, algo que sabemos imposible, aunque gracias a la
investigación alguna migaja conseguimos, pues si a principios del siglo XX la media de
vida en Occidente era de 40 años, hoy ya la doblamos.
A nadie se le oculta que la seguridad es uno de los conceptos
básicos que preside nuestra vida y al que dedicamos cantidades ingentes de esfuerzo
y dinero, y que el sector de las
aseguradores es uno de los más boyantes de nuestra economía, basta para ello
fijarse en la multitud de anuncios diarios que se publicitan en las
televisiones y que intentan responder a las demandas del usuario, ya en forma
seguro de vida, de automóvil, del hogar, de accidentes, o según la profesión
del usuario, de mis piernas (en el caso de un futbolista, de una modelo…), de
mis manos, (si fuera pianista, guitarrista o pintor), de mis cuadros, de mis
caballos, mis cosechas o de fallecimiento…O sea que se puede asegurar todo, aun
sabiendo que la seguridad total no existe, que somos efímeros, que cuando menos
se piense, surge el obstáculo en forma de tragedia que nos lleva y si
alguien lo duda que se lo pregunte a los
americanos con sus Torres Gemelas, o ahora recientemente a los genoveses con su
puente Morandi.
La seguridad ha cotizado y cotiza al alza. Si España no
ofreciera al turista la seguridad que
demanda – y a habló del sector puntero de nuestra economía, pues supone el
13,3% del total de empleo, con un número de empleados a fecha de abril de
2.421.139 personas– los aviones tendrían
otro destino. Opinión que también
compartimos los españoles a la hora de desplazarnos y que constantemente
repetimos en los encuestas del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas),
donde al preguntar a los encuestados qué cuales
son las instituciones que más estimamos, reiteradamente se citan a la
Guardia Civil y a la Policía. Y es que los españoles como todo ser humano,
tendremos defectos, se nos podrá engañar, manipular, robar, pero a pesar de
todos los pesares sabemos agradecer, estimar, valorar lo que es dar un paseo , leer el periódico en el parque con tranquilidad , tomarse un café en la
terraza o bien dormir tranquilamente en su casa. Los españoles aspiramos y
apreciamos la sensación de ser libres, de sentirnos seguros, y sabemos que es responsabilidad de todos, de
unos principios, de unos valores, de una responsabilidad, obediencia, pero
especialmente de las Fuerzas de Orden y Seguridad que hacen lo posible y lo imposible para que
uno se sienta seguro. No hay sueldo que pueda justificar perder una vida cuando
se enfrentan a situaciones límites por
protegernos y defendernos.
Nadie cuestiona que se
mejore la seguridad, incluso vía
impuestos, con más medios, estímulos, pero
con una mayor consideración y
sensibilidad de los Poderes
Públicos hacia ellos , que no den la sensación que se encuentran solos,
desprotegidos, y ejemplos recientes hay. No tengo reparo en reconocer que todos
los españoles hemos sentido como propias
las vejaciones y desprecios que han tenido que soportar nuestros servidores del
Orden los últimos cuatro meses del año 2017 en Cataluña, donde ni siquiera
posada les daban y tuvieron que alojarse en barcos fletados al efecto. Espero
que aquellas imágenes de auténtica burla y desprecio hacia todos nosotros no
se repitan.
No es de recibo que
después de 40 años de Transición no existe una Ley que les proteja y ampare
cuando tienen que ejercer su autoridad en beneficio de todos. Así como no se
admite o no debe admitirse que ningún cirujano opere bajo el temor que el
paciente le denuncie, de igual manera debe protegerse a la policía y guardia
civil cuando tiene que actuar en situaciones límite, de extrema violencia y
tensión, a veces provocada intencionadamente.
Creo que mis palabras reflejan el sentir de muchas personas de a pie que
han expresado su opinión en las múltiples encuestas del CIS y que piden a los
poderes públicos que actúen en consecuencia y
que la seguridad, uno de los más preciados dones que tenemos, vaya a
más, pues, recordemos que la seguridad no existe por sí sola, depende de muchos
factores, especialmente de nosotros, es
insegura en sí misma.
Una vez llegados aquí supongo que os habéis planteado el
motivo de estas letras, cuando ya casi han pasado las fiestas del verano, no
hemos tenidos mayores problemas y Siero es un concejo que no destaca por
elevados índices de delincuencia, y la respuesta es sencilla. Todo esto es fruto de una amplia y agradable conversación con unos parientes argentinos que
nos visitaron el pasado 15 de agosto, día de la Asunción. No conocían España ,
la recorrieron, y al preguntarles cuál
es la foto que han sacado y que más les ha impresionado me dicen:
-
Una
que hicimos en el centro de Madrid a una persona mayor que sacaba dinero de un
cajero automático de un Banco. Allá sería imposible. No se usan. No existen.
Al escuchar esta respuesta me acordé de una propuesta de los escritores Fernando Aramburu y Manuel
Vilas que decían que el Ministerio de Asuntos Exteriores debía obligar a todo
español a estar un año fuera del país para que lo apreciáramos más. Un saludo.
José Antonio Noval Cueto
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