Me veo escribiendo estas letras, hoy, día de la Balesquida,
cuando ayer, hace nueve meses, un parto,
leía asombrado en una cafetería
de la Pola la Revista de las Fiestas de San Pedrín, y digo lo de “asombrado”,
porque el contenido que allí se
publicaba no era moneda corriente, y más el caudal de sentimiento y afecto que
toda la Sociedad de Festejos trasmitía a sus socios , cooperadores y vecinos,
por la muerte de don José María Fernández Antón, más conocido como Chema el Veterinario,
su presidente durante más de cuarenta años. Si
siempre obliga el papel en blanco antes
de empezar a escribir, más aún en esta ocasión, donde quiera o no quiera el recuerdo de Chema, con quien coincidí varias
veces en la fiesta de la Peña de los Cuatro Jueces, va a estar presente, pues seguro que su
Sariegu o su Vega Pociellu aparecerá en el camino, pues su mero nombre ya las
evoca.
Se me ha dado libertad para que os hable de cualquier tema,
pero hoy, 22 de mayo, después de un día espectacular, de esos que uno quisiera
guardar en el bolsillo, donde todo palpita y borbotea bajo la mirada de un
cielo azul muy intenso y una luz rejuvenecida,
nerviosa y brillante, en pleno éxtasis de una naturaleza primaveral y su relajante
concierto de - trinos, brisas, quiquiriquíes, mugidos, relinchos,
balidos…- y con la colaboración estelar del vuelo de
parapente que surca los aires de mi casa , no tiene que sorprender que ante
tanta plenitud y belleza, sin caer en el grandonismo tan nuestro, uno reconozca
que vivimos y estamos en pleno Paraíso
Natural, y la pregunta que me hago es si somos conscientes de ello, si lo
cuidamos y potenciamos.
En pleno auge de la ecología, en época donde se pagan 6.200
euros por “Katy”, una gocha asturcelta, o 11.900 euros por el campanu del
Sella, uno debe preguntarse si de verdad se cuida y mima el mundo rural, el
campo astur, el Paraíso natural, y máxime cuando lo estamos convirtiendo en nuestro
reclamo turístico, y la respuesta es preocupante,
dudosa, y basta para ello fijarse en nuestros ríos, concretamente el Nora – lejos están los tiempos en que era nuestra
piscina de verano- o en los muchos pueblos, cercanos, próximos a las gran ciudades
de Oviedo y Gijón que aún no tienen saneamiento o incluso agua corriente, o el
mal estado de nuestras carreteras comarcales que ha llevado a un vecino de
Tineo a plantar “berzas” en sus baches para reclamar su reparación... Y todo
ello se ha consentido con cierta mentalidad pragmática, como queriendo decirnos
que el mundo rural no tiene futuro, algo que la documentación oficial desmiente cuando nos dicen que el sector
agroalimentario exportó en el año 2017 más de
50.000 millones de euros, un 6,8% más que el año anterior y supone ya el
18,1% del conjunto de todas las exportaciones de España, y esto sin referirnos
a la importancia que tiene el medio rural como impulsor del turismo natural,
ecológico. Recuerdo que el sector turístico - y más el turismo rural está en
alza - ya supone más del 11% del PIB asturiano.
Nuestros platos preferidos siguen siendo la fabada y el “pitu de caleya”, lo
del cachopo es más de ahora.
Han cambiado los tiempos, hay nuevos retos y supongo que esto
no es nuevo. Siempre desaparecen oficios y aparecen otros nuevos. Lo que es
necesario es tener respuesta, imaginación e ilusión, y ejemplos los tenemos en
abundancia, incluso al lado de casa, así
vayamos a los inicios de la Central Lechera Asturiana
(1968), hoy, una de nuestras empresas más importantes, o hablemos de la
importancia que tiene el sector vinícola o el sector sidrero. Siempre hay que
estar reciclándose, actualizándose y adelantándose a los problemas y es que
“camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, y algo de eso hemos padecido
en Asturias, que nos ha impedido crecer, mejorar, creer en nuestras
posibilidades. Detectado el problema, la
solución es la de siempre: Trabajo, ilusión. No todo depende del individuo,
también la Administración tiene implicarse, ilusionar, motivar a sus administrados,
a todos nosotros.
En resumen tenemos que aprovechar todas nuestras
posibilidades de riqueza, llámense leche, miel, castañas, nueces, guindas, maíz, fabes,
andrinos, pesca, hierro, acero,
turismo…pero no debemos descuidar la más importante, el lugar donde vivimos, nuestro Paraíso
Natural, Sariego, Vega Pociellu – el “argayu” de Caso va camino de solución-,
Siero...Asturias, España.
Recuerdo que somos
administradores , no dueños de esta riqueza: Cuidémosla. Las generaciones
venideras lo agradecerán.
Creo que he cumplido
el encargo que el Paraíso Natural me ha trasmitido y no quiero concluir estas
letras sin recordaros que el verdadero progreso es personal, moral, y de esto
sabía mucho Chema y también lo saben los actuales responsables de la Fiesta –
su Carta del año pasado lo dice todo - que me han permitido escribir estas
letras.
¡Viva las
Fiestas de San Pedrín!
José
Antonio Noval Cueto
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