viernes, 31 de mayo de 2013

“Seguimos vendiendo…”


Desde que empezó la crisis en el año 2.007 hasta la actualidad, uno rastrea en las portadas de los periódicos cualquier indicio que le pueda ser útil para vislumbrar la situación en la que estamos, y en todo este tiempo, muchas noticias me han impresionado, pero hay dos que me han calado especialmente, de manera negativa y sin que tenga mucha  justificación.. Una referente a la situación asturiana y la dejadez y abandono en que hemos dejado y está nuestra región, y la prueba del crimen, fue una fotografía de portada de un periódico regional  donde aparecía un “llagareru” vasco escanciando , que ponía en evidencia la creatividad y fuerza de su economía, que  no dudaban en asimilar, en hacer suyas,  costumbres o formas de vida propias de otras regiones, en este caso la nuestra, si con esto promociona sus productos, y mientras nosotros entonamos el típico y gastado “Puxa Asturias”, y pensamos que con esto hacemos patria suficiente para afianzarnos. Que razón tiene aquella frase que me repite insistentemente  mi buen amigo  Salvador y es que “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”.

La otra noticia que últimamente me desconcertó  aturdió y preocupó, quizás en exceso, me llegó ayer, 27 de mayo, en forma de “tweets” y después publicada en los diferentes medios, donde se informa que  la multinacional de la alimentación china Schuanghui Internacional Holdings Limited se había hecho con el 36% de las acciones de Campofrío, empresa que tiene sus orígenes en Burgos, año 1.952, que salió a Bolsa en el año 1.988 y que en 1.990 empezó su proceso de internacionalización. Este importante paquete de acciones la convierte en socio mayoritario. Y es que se da la paradoja que no hace mucho, al explicar a mis alumnos el mundo de la publicidad, sus elementos y contenidos, hice hincapié en la importancia que tiene la creatividad para poder elaborar un buen anuncio, que estimule y promocione las ventas, y cité ex profeso el anuncio televisivo que la marca “Campofrío “ había realizado para las Navidades del 2.012, , donde ante el abusivo uso de los antidepresivos últimamente por los españoles , derivado de la difícil coyuntura social y económica que padecemos, nos invitaba recargar las pilas y  recordar los logros que como nación habíamos conseguido, así se citaba los 7 Premios Nobeles, los 7 Óscars, El Quijote, La generación del 27 y el silbo gomero, entre otros, y reconocía la importancia que la familia tiene aún en la vida española, y para ello nos proyectaba la bella imagen de una abuela y sus nietas, a quien calificaba de “campeona, ya que con su pensión está manteniendo a hijas y nietas”. En este mismo anuncio que incitaba al optimismo y a reforzar nuestra autoestima, se recordaba que incluso habíamos logrado vender “el tren de alta velocidad a los chinos”.Este mundo globalizado que nos invade ofrece paradojas o sorpresas como éstas, que permiten que en seis meses pasemos de vender a los chinos, a ser comprados por ellos. Situación que no debe extrañarnos,  ya que el gigante asiático, a principios del siglo XXI ya  tenía en su poder el 30% de los pagarés del tesoro americano. De todo esto se deduce que el pavo y el jamón, dos de los productos estrella de Campofrío, son una fuente de ingresos importantes, especialmente este último, el jamón, de ahí que el gran Älvaro Cunqueiro haya dicho con razón que “del cerdo me gusta todo, hasta los andares”.

Un desconocedor de la economía como yo, que se deja llevar más de sus sentimientos, de sus intuiciones o de sus vivencias más que de los extensos balances económicos o financieros,  que se venda una marca tan nuestra, tan de siempre, tan de España como “Campofrío” le preocupa, y espera y desea que esta operación sea ventajosa para todos, pues en torno a una empresa de más de 11.000 operarios se genera un tejido social importantísimo, y digo todo esto porque uno ya peina canas y ha conocido en lugares no muy lejanos, en el mismo concejo de Siero,  empresas que se globalizaron, cambiaron de accionariado, y al cabo de un tiempo cerraron sus instalaciones, recalificaron sus terrenos, con la venta de los mismos liquidaron a sus empleados y aún se llevaron algo en el bolsillo.

Espero y deseo que estas alarmas mías, quizás injustificadas, queden en eso, en alarmas, y por favor, para más tranquilidad mía y de todos,  que no se vendan más empresas, que las necesitamos, que confíen en nosotros, que no quiero ver a Asturias convertida en un geriátrico, y si no se remedia vamos camino de ello.




                               José Antonio Noval Cueto.


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