Suele definirse la política como el “arte de lo posible” o incluso rizando el rizo que es “el arte de hacer posible lo posible”, y en este punto en que nos encontramos es útil recurrir a los números, por aquello de que los números cantan, y a partir de ahí que cada uno saque las conclusiones, posibilidades, expectativas que pueda depararnos la vida. La prueba del algodón nos la ofreció el Banco de España , el pasado 17 de febrero, al comunicar que la deuda pública al acabar el año 2016 es del 98,98% del PIB, o sea 1.105 billones de euros, o sea que casi todo lo que producimos y vendemos, lo debemos. La crisis económica de estos nueve años se deja notar de modo alarmante, así en el año 2007 sólo debíamos el 35% del PIB, y ahora, al acabar el 2016, debemos el 98,98%, y , por aportar un dato que considero interesante, la deuda de todas las administraciones asciende a 721.828 millones de euros.
A partir de ahí hay que enfrentarse con la realidad y con las
posibilidades que la misma ofrece. Algo difícil en un país con altas dosis de desencanto, de frustración,
incluso de desesperación, pues son muchos los ciudadanos que se consideran
timados, engañados , y ejemplos y motivos los tenemos a diario , y
si a esto le añadimos altas dosis de visceralidad que nos
hace azules o rojos, defensores de lo
público- como si lo público pudiera subsistir por sí mismo y los ejemplos recientes alarman - o detractores de lo privado, del Sporting o
del Oviedo, del País o del ABC, de Zapatero o Rajoy, de Ponce o de José Tomás…la
situación se complica, aunque afortunadamente esa teoría de la subsistencia,
del mal menor de momento la practicamos y nos mantiene a flote, y es que en el fondo
aún mendigamos una ilusión, una esperanza que nos mantenga vivos, pero, por
favor, no más engaños, no más abusos .
Y es que ha llegado el momento de aplicar de
verdad el posibilismo político, de marcar las verdaderas prioridades,
preferencias que nos permita no sólo
subsistir, sino avanzar. No se ajusta a criterios de conciencia que nuestros hijos
hereden un país en ruina, bastante sufren ya para encontrar trabajo , pero para
ello tenemos que apartar los dogmatismos ideológicos, las demagogias
interesadas y empezar a reconocer las
realidades, los hechos , las verdades del mundo que vivimos, y si mi ideología no se acomoda a la verdad
objetiva de los hechos, algo tendré que
hacer , por lo menos seguir pensando, pero también actuando en consecuencia.
Este es el gran reto que tienen ante sí todas las fuerzas políticas si de verdad les preocupa
España y el futuro de todos nosotros, así, por ejemplo no se sostiene que después
de once años de la promulgación de la Ley de la Dependencia, su aplicación no
llegue al total de los afectados, aún hay casi 350.000 personas que carecen de
ella, como tampoco se sostiene que el sistema sanitario varíe según la
autonomía donde uno vive, o que la fiscalidad no se rija por criterios iguales
y otros muchos temas donde impera la desigualdad, la desproporción.
Se dice que toda crisis genera sus oportunidades, sus cambios, que
es el momento de las posibilidades, de adaptarse a la cruda realidad de los
hechos. Y a ello nos debemos dedicar. Uno
de nuestros mejores dramaturgos del teatro español, a quien no hace mucho se ha
homenajeado y recordado al cumplirse cien años de su nacimiento, Don Antonio
Buero Vallejo, hizo del posibilismo en el teatro el éxito de su vida, y su
mejor prueba fue “Historia de una escalera”, la mejor radiografía de la España de postguerra. Y es
como dice el mismo Don Antonio :”Hay que
tener razón, pero no a destiempo”.
José Antonio Noval
Cueto .
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