jueves, 23 de febrero de 2017

“El verdadero progreso…“




Hoy los medios de comunicación nos hablan del descubrimiento de un sistema de siete planetas  como la Tierra que podrían acoger vida, tener agua; ayer que la expectativa de vida de las mujeres podría llegar a los 90 años en el año 2030, y hace unos días que los problemas del puente de la variante de Pajares se habían resuelto o que la lluvia puede mitigar el precio de la luz  entre otros muchos... , pero hay noticias o temas que no suelen airearse, que  se silencian, se pasa página, se dice egoístamente a mí no me toca. De vez en cuando algún grito de estupor,  de angustia,  al conocer conductas que rondan la locura, lo  inimaginable, lo nunca visto , y como prueba  algunas noticias o videos que circulan por la red…¡De preocupar!...Denunciamos  la contaminación de la atmósfera, la acústica , incluso la visual, pero la indigencia moral en que se crían y desarrollan nuestros jóvenes se oculta, se calla. ¿De qué se abastecen? ¿Quién les educa? ¿Quién les contamina? La respuesta rápida y fácil: TODOS, o sea la familia, la  sociedad  , el colegio, la universidad , pero especialmente  la cultura de la imagen , especialmente  televisión e internet, que ejercen con frecuencia de niñera, maestra, educadora y cuidadora. Ha llegado el momento de hablar, de pensar, de proteger el orden social y moral que nos hemos dado , de replantearse cuál es nuestra función en la sociedad   y reconocer que el viejo  lema de los 90 de “chaval: trabaja, consume, calla”, no sirve. Uno  no puede ir de sonámbulo por la vida, uno debe ser dueño y protagonista de su propio destino o al menos intentarlo, debe tener alforjas para el camino.

Esta situación que se percibe y se palpa en el ambiente no ha surgido de la noche a la mañana, sino que se ha ido larvando desde mediados del siglo XX y con más intensidad desde 1970,como bien documenta Benedicto XVI, cuando se empezó a decir que no hay nada malo en sí mismo, sino sólo cosas “relativamente malas”, y que lo bueno y lo malo dependía de las circunstancias. A partir de ahí  vienen estas aberraciones, estas tempestades que socaban y ponen en peligro la cultura de Occidente,  y que deben obligarnos a todos, - ciudadano, padres…- y también a los medios de comunicación (TV, Radio, prensa, Internet) a plantearnos  qué contenidos o modelos de conducta  divulgamos, si es que  creemos en el sistema que hemos recibido de nuestros mayores y si queremos no sólo mantenerlo , sino perfeccionarlo, algo que está en peligro y de esto que digo hay abundantes huellas, alarmas, baste como dato  la delicada salud que tiene el matrimonio tradicional, monogámico, de siempre, que fue y es una de las bases del mundo occidental. Si perseguimos las cazas y talas furtivas, con más motivo habrá que protegerse de los  que quieren destruir  nuestro estilo de vida.

Se ha celebrado recientemente los 60 años del inicio de la Televisión Pública Española y veintisiete desde que un 3 de marzo de 1990 empezó a emitir la primera televisión privada. Fui  de esas personas que se alegraron con esa decisión  y que deseé éxito en la andadura, pues facilitaba el deseable pluralismo. El tema no era fácil,  pues la publicidad es la que es y muchos a abastecerse de ella. Sé que toda empresa debe tener beneficios y que  ésta debe ser una de sus preocupaciones, pero siempre he defendido que calidad y beneficio no deben  estar reñidas , y  creo que en esa dirección se debe ir. Hace unos días se comunicó que Mediaset en el año 2015 había triplicado sus beneficios, o sea de 59'5 millones de euros en 2014, pasó a 166’2 millones, y Atresmedia duplicó también sus beneficios, de 46,7 millones de euros en el 2014, a  99,2 millones de euros.

Resultados económicos excelentes que me permiten recordar que el verdadero progreso de una sociedad, concretamente España,  debe ir arropado por el bien y la moral, y es ahí donde todos los medios de comunicación tienen  hacer una importante labor pedagógica que  nos beneficie a todos, y este partido no se puede perder, porque no hay repetición. Ha llegado el momento de plantearse qué progreso queremos. ¿Si protegemos y cuidamos la naturaleza no debemos velar y cuidar al ser humano?¿Si prevenimos y combatimos la obesidad y diabetes de niños y jóvenes, no debe preocuparnos los referentes, contenidos y pautas de conducta que reciben?


                                     José Antonio Noval Cueto  

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