Las
técnicas de publicidad, de marketing llegan a todos los sectores de la
población, incluso al mundo de la mendicidad, de los pobres y harapientos, de
los que piden con ojos compasivos y palabras halagüeñas y pacientes esos
céntimos, ese bocadillo, esa bolsa de leche para el niño, o cualquier otro
mensaje que provoque la compasión y generosidad del viandante. Por desgracia,
en los últimos tiempos son tantos, bastantes arrojados a la calle de un día
para otro, que casi no hay portal céntrico o comercio de fama que no tenga su pedigüeño de turno, su
necesitado, y todo bajo una indumentaria normal, limpia. Hasta en el tipo de
pobre y vestimenta hemos cambiado, ya no se ven aquellos pobres deshilachados,
llenos de medallas y de aspecto infame. Todos saben que su tienda son ellos
mismos y su tarjeta de presentación, cuando están sentados, un cartel de cartón
escrito, con letras grandes y a veces, según la intención u origen del
portador, con faltas de ortografía, pero el otro día, paseando por la calle
Uría me encontré, sentado sobre la caldeada baldosa, a una persona de mediana
edad, que exhibía un cartel que decía:
“No tengo familia , no tengo trabajo, no
tengo dinero, no tengo recuerdos…”
Y
fue precisamente la última frase la que me impactó, la que me hizo pensar ¿Puede vivir, existir alguien sin recuerdos,
aunque sean malos? ¿Puede existir alguien que no tenga un recuerdo positivo,
feliz, que le mantenga, que le anime a luchar, a combatir, a soñar? ¿Sólo te
has rodeado de alimañas, violencia y
odio?¿Es consecuencia de una sociedad de monedas y desechos?
Estaba con estas reflexiones cuando leo que el
titular de muchos periódicos que informan sobre las comparecencias de
destacados políticos en la Audiencia
Nacional , ante el juez Ruz, es “No recuerdo” . Mira por
donde, la palabra “recuerdo”, vuelve a cobrar importancia, pero en contextos
diferentes: calle/ tribunal, para distintas personas: mendigo/ políticos, con
la salvedad que el mendigo no recuerda nada, ni su patria de origen, y en el
caso de los políticos, su prudencia aconseja hablar lo justo y recordar sólo lo
evidente, lo demostrable, es quizás un
olvido temático…Ante estas situaciones tan dispares sólo me queda acudir a Juan
Ramón Jiménez que en sus versos dice:”Los recuerdos pueden vencer la muerte…La
memoria es una forma posible de detener la vida; el olvido es una forma de
muerte” o “La realidad no es lo que ocurre, sino lo que se recuerda”. A tenor
de lo dicho, ¿puede existir, como el mendigo, una persona sin realidad, sin
recuerdo?.. Yo , aunque ya me invaden los años, aún recuerdo el primer taco militar que escuché en la Estación de Alcantarilla cuando un Cabo Primero llamó “capullo” a un recluta que no le contestaba al pasar lista , y aún saboreo las manzanas que cogíamos por Santa Isabel en las pomaradas de mi infancia.Con razón, dicen que según crecemos en edad, cobra más fuerza la niñez.
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