Dicen
que según vamos creciendo los recuerdos de infancia cobran más fuerza, están
más presentes y esto es lo que me ha pasado a mí, ayer, 30 de junio, al
enterarme de la muerte del mítico portero del Barça Antonio Ramallets…No hay
duda que aquellos puntales de mi primera infancia se desmoronan, prueba
evidente que el tiempo pasa, que todo es perecedero, que todo es volátil,
aunque a pesar de las décadas trascurridas hay algunos elementos que parecen
inmutables, así el auge del fútbol como espectáculo de masas, como creador de
sentimientos, como seña de identidad de una nación, de una región, de una
comarca…
Ese
auge del fútbol se observa en todas las capas sociales y en todas las edades.
Así hoy, como a principios de los sesenta, los niños, la primera infancia,
siguen coleccionando cromos, donde de manera sucinta, con una foto en color, se
habla de equipos , insignias, jugadores
y se dan unos mínimos datos biográficos, y entre ellos establecen pujas
memorísticas que dictaminen quien es el más experto y mejor conocedor del
fútbol del momento. Los padres favorecen la competición con la compra de
cromos, y satisfacen su ego al comprobar con que facilidad su hijo memoriza y
todos vaticinan un futuro espléndido para sus retoños, dada la facilidad de
retentiva que tienen para todo lo relacionado con el fútbol.¡Ojalá, dicen,
también la tengan para los estudios! En otra dimensión, no muy diferente de la
anterior, se sitúan los adultos, que diariamente se alimentan de la prensa
deportiva- recuérdese que el diario más vendido en España es “El Marca”- o de
los programas radiofónicos y televisivos para estar a la última, y dejar su
impronta en el trabajo, en la tertulia
de amigos o en las charlas de café o de taberna. En el currículo de todo
directivo es obligatorio hablar o divulgar sobre fútbol.
En
aquella España de principios de los sesenta, el portero mito era Antonio Ramallets,
-536 partidos, 35 veces internacional, cinco trofeos Zamora, seis ligas…-que
después de formarse en el barrio de Gracia con el Racing de Guinardó, Marfá,
Numancia y Club Esportiu Europa, continuó su preparación en CD San
Fernando(Cádiz), Mallorca, Real
Valladolid y finalmente en el Barcelona donde después de dos años de suplente
fue titular debido a una grave lesión del entonces portero Velasco y mantuvo la misma desde la temporada 1948 a 1.962. Debutó como
portero de la selección española en el Mundial de 1.950 y mereció el certero
calificativo de Matías Prats de “El gato de Maracana” por su agilidad y
aciertos. En una España donde la rivalidad ayer como hoy se centraba y se
centra entre los dos equipos de sus dos ciudades más importantes y con mayor
presupuesto, su nombre y sus gestas aún reverberan en el niño que uno lleva dentro, -quizás haya influido en ello
incluso hasta su nombre, que los castellano-parlantes vulgarizábamos como
“Remalles”- , y eso que la televisión estaba empezando, la prensa deportiva sin
clientes y los receptores de radio no siempre tenían la cobertura necesaria
para llegar a todos los lugares del solar patrio.
En
aquella España que iniciaba o se preparaba para su andadura internacional, bautismo
que se produce con nuestra entrada en la
ONU el 14 de diciembre de 1.955, el fútbol era como hoy, en la España del paro, uno de los
elementos que mantenían y mantienen, alimentaban y alimentan la vitalidad y el
optimismo de los españoles- se habla de la necesidad deponer letra a nuestro
himno- y que les incitaba y nos incita a
continuar en la senda de trabajo y progreso necesario para hacer de nuestra
Nación una gran Nación, como recientemente ha quedado demostrado cuando la
tragedia nos azota – véase el accidente de Santiago.
En los inicios de los sesenta, preámbulos de la llamada “Década prodigiosa “
de nuestra economía, empezábamos a quitarnos de encima nuestro eterno complejo
de inferioridad y a creer en nuestras posibilidades y el fútbol -convertido en
metáfora de la vida, de lucha, de combate, de triunfo y derrota,- era y es un
ejemplo cercano y claro, pues un partido se gana o se pierde en el minuto
noventa, de ahí la necesidad de concentración y trabajo que exige todo juego
colectivo o toda Nación que funcione como de tal.
Hoy
mis palabras más que de despedida, son
de agradecimiento y rendida admiración hacia aquel personaje de alimentó mis
sueños infantiles. Hacia un portero que
me habló de hazañas, de coraje, de entrega, de nobleza, de triunfo…Hacia una
persona que habló de trabajo, de responsabilidad, de confianza para ganar un
partido o para transformar la sociedad y eso no es poco, pues ¿habrá mejor
parábola de la vida humana que un partido de fútbol?¡ Que Dios te acoja en la GLORIA !
José Antonio Noval Cueto.
PD:“Tengo una copla morena , hecha de brisas y
sal, cruzando la mar serena, con ella te digo ADIOS” (Antonio Molina).
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