Pero aun así quiero cantar, decir lo que siento, algo que uno
se puede permitir cuando tiene el seis delante y no debe obligaciones y
respetos más que a su conciencia, a su manera de entender la vida y vivirla, cuando
prescinde de vanidades - nunca fui propenso a ellas- y después de experimentar
que para mantener sus constantes vitales
con tres comidas al día le basta, y a ser posible en plato de postre. Y es que en esta ceremonia de la confusión en
que estamos instalados es necesario tomar precauciones y prioridades, pues por
mucha luz artificial que exista, la noche es noche, y el día, día, y son estas
evidencias y certezas las que nos permiten andar, hacer camino, y es que como
uno no sabe de todo, bueno es que parcele, que coja posiciones, seguridades ,
que escuche al barbero de la esquina o al mismo Don Quijote cuando le dijo a
Basilio que un sabio, sabio, formuló que en todo el mundo no hay sino una sola mujer buena y que a
cada uno le iría bien si creyese que
aquella sola era la suya. Técnica que parece que ha contribuido a disminuir el
número de separaciones y divorcios en el último año.
Hace unos días coincidiendo con la entrega de los Oscar de
Hollywood, una cadena televisiva tuvo el acierto de proyectar en la tarde de
ese sábado la primera película española
que lo ganó ,en el año 1982 , que no es otra que “Volver a empezar”, cuyo
director fue José Luis Garci, quien antes de la emisión hizo la presentación de
la misma y confesó que su finalidad no
era otra que rendir homenaje a lo que calificó como “generación interrumpida”,
término nuevo para mí y que considero acertado, pues , en mi época de Facultad, se hablaba con más
crudeza de “generación perdida”, algo que no encaja con el título del film,
“Volver a empezar”, y vaya si se empezó. Afortunadamente las diferencias entre
1936 y la actualidad son inmensas y favorables, a pesar de la crisis y
dificultades del momento, de ahí que carezca de todo fundamento querer
enjuiciar la actualidad con el prisma de los años 30, donde por tener no
teníamos ni bicicleta. Me refiero a la generación de nuestros padres, como es
mi caso, o la de los abuelos, para los más jóvenes. Y una vez más pude
comprobar la importancia de un buen guion, de un guion sencillo, pero muy bien hilado en torno a la figura del
protagonista, el señor Don Antonio Miguel Albajara - escritor de éxito que viene de recoger el
galardón del premio Nobel, el Cela del momento - que vuelve a la ciudad de su
infancia y juventud , que no es otra que Gijón y su cine Robledo - de la que se ausento en el año 1938 por
motivos que todos suponemos, y se reencuentra con amigos y con Elena, la novia que tuvo que dejar….En la
época de los efectos especiales, aquí no se prodigan, se demuestra una vez más que un buen guion, una historia
real, con los medios técnicos precisos, una excelente y conocida música, con
pocos personajes, con no mucha inversión y en manos de un buen director se
puede conseguir el éxito, el máximo
galardón del cine, y por si esto no fuera bastante, convertirse en emblema de
Gijón, del Sporting, de sus gentes y de sus aficionados, que no es poco.
En esta impresión personal mía, lo que más me ha llamado la atención es la ternura de los protagonistas, a pesar de su
edad, el recuerdo de aquel amor vivido que ahora momentáneamente y pasajeramente actualizan. No es un amor de usar y tirar, perruno, es un amor donde se comparte vivencias,
recuerdos e incluso imposibles – el señor Albajara tiene un cáncer terminal - .
Es un amor noble, responsable, que evoca las conductas y formas de comportamiento
de su juventud. Nos trasladan la atmósfera de otra época, muy diferente de la
actual, donde la ternura, la consideración, el respeto era lo habitual. Los
protagonistas reviven por unos días - el tiempo de la estancia del escritor en
Gijón- un amor interrumpido en aquel
entonces por la guerra y ahora, próximamente, por la muerte.
Una vez más esta estupenda película nos lleva a responder una
pregunta que ya hace algún tiempo se planteó Albert Einstein y que la sociedad
de la postverdad y la etiqueta aún no ha contestado ni quiere hacerlo, pues
prefiere la indefinición, lo impreciso, lo confuso, ni blanco ni negro, ni
mujer ni hombre, ni joven ni viejo…que sean las circunstancias, el cambio
climático, la publicidad, la inconsciente mayoría quien decida , porque lo sencillo , lo real, lo
verdadero no va con ellos, prefieren el bosque antes que el árbol.
José Antonio Noval Cueto.
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