lunes, 10 de septiembre de 2012

La Santina en Sotres (2011).


El pasado 8 de setiembre, fiesta de la Santina, Patrona de todos los asturianos, he intentado celebrar mi fiesta, de manera particular y familiar, a 1.050 metros de altura, con un día especial de sol y de luz, que impregnaba de un intenso verde las praderías que circundan el pueblo y con el remate de sus abruptas montañas que hacen de guardianes protectores de la localidad. Allí, en Sotres, tal es la veneración que los vecinos tienen a la Santina, que han hecho de ésta, la Fiesta de su pueblo, el día en que los nacidos en la localidad, estén donde estén, hacen todos los esfuerzos que sean necesarios para volver a casa, así nos encontramos personas venidas de Venezuela, Méjico, de Holanda, de Madrid y como no, de muchas partes de Asturias (Gijón, Oviedo…) y toda fiesta que se quiere celebrar como Dios manda, empieza por la Santa Misa, solemne y cuidada, contando para ello con una Iglesia-Capilla de San Pedro que está presidida por un precioso y emotivo Cristo, con su cabeza inclinada, signo de la muerte del Hijo del Hombre, rodeada por una preciosa imagen de la Inmaculada y de San José.  Llama la atención según se entra en el templo el inmenso retrato de la Virgen de Guadalupe, que nos recuerda la vinculación que mantienen estas tierras con la emigración, en este caso en México, pero también con otros territorios no sólo de América, sino también de Europa…Oficia la Santa Misa el cura párroco de Arenas de Cabrales, que con un lenguaje claro, natural, directo, sentido, pronuncia una breve pero intensa Homilía,  donde después de recordarnos la importancia que tiene una Madre en la vida de todos nosotros, con más motivo la Virgen de Covadonga, la Santina, la protectora de los asturianos, la que se desvela por nuestras cuitas y aventuras humanas, y concluye con una bella y conocida oración mariana de San Bernardo de Claraval “Acordaos ,Oh piadosísima Virgen María!”…. No faltaron durante la ceremonia las bellas canciones de las pandereteras de la zona, eso sí con el necesario permiso del sacerdote, la gaita con el Himno de Asturias en la consagración y concluida la ceremonia, después de una nueva interpretación cantada de las pandereteras que enlazaron sus letras al Himno de España, la procesión del espléndido ramo, rodeado por elaborados “bollos” de pan, unos preparados de manera artesana por las mujeres del lugar y otros por la panadería de la zona, que se iban a sortear en la carpa-bar del “prau” de la fiesta, pero antes había que cumplir con una ancestral tradición, que no es otra, que plantar un inmenso árbol, de casi 20 metros, totalmente pelado en una finca cercana. Ni que decir tiene que costó bastante trabajo a los vecinos introducir el árbol en el hoyo, incluso hubo un intento fallido que produjo cierta alarma en los presentes, pues ni las cuerdas ni las escaleras que hacían de soporte, eran bastante para culminar la operación, pero los cánticos y panderetas de las casi 45 jóvenes, que animaban a la concurrencia, junto con la necesaria paciencia, hicieron que al fin los aplausos evocaran el triunfo de los vecinos, que veían satisfechos como un año más se cumplía la tradición, la costumbre. Una vez seguro el árbol, quedaba otro reto, subirlo por los mozos a la copa del árbol presidida por las banderas de España y Asturias, y a pesar de los reiterados intentos no se pudo llegar.  Colocado el árbol, tocaba el sorteo o puja del “Ramu”, donde los precios partían de 50 euros , para los bollos artesanales, a los 20 ó 30 euros para los elaborados en panadería. La subasta fue ágil y la colaboración de los presentes total, así como la del propio Ayuntamiento de Cabrales, muy dignamente representado por su Teniente Alcalde Don Francisco González,, más conocido como “Paco”. Hacia las 15 horas tocaba la comida, las amas de casa y restaurantes de la zona se habían puesto de largo para agradar a sus comensales, y el día me deparaba una excelente sorpresa y es que pocas veces, por decir nunca, he saboreado un “cabrito” tan exquisito como el que ponen en Sotres, y quizás el secreto está no sólo en la habilidad de las cocineras del pueblo, también está en la materia prima, o sea en que el cabrito de estas laderas se nutre de unos pastos exquisitos. ¡Fue una delicia esa carne regada por buen vino de las Bodegas de Ávalos(Rioja)!, y para postre un buen queso de Cabrales, ¿Dónde lo habrá mejor?¡Qué más puede desear uno! Después de una agradable tertulia y recorrer las calles del pueblo que ya están restauradas, donde uno ha comprobado la prudencia que se está teniendo en los edificios de nueva construcción, para adaptarlos a la estética dominante, uno se va de Sotres con una sensación de plenitud, de optimismo, al  comprobar como una localidad a 1.050 metros de altura reivindica su devoción y agradecimiento hacia la Madre de Asturias, la Santina, y además se abre al futuro al potenciar sus posibilidades turísticas y esforzarse por agradar a los forasteros, ya que la calidad es su línea de conducta. ¿Qué será de Sotres cuando estén soterradas todas las líneas eléctricas y adoquinadas todas sus calles?...Un paraíso…


Antes de iniciarse la fiesta civil o profana, que comenzaba con la actuación de dos de los mejores cantantes de tonada y defensores del folclore astur como son Anabel Santiago y Héctor Braga, me tuve que ausentar, pero no sin agradecer la experiencia vivida en un día como hoy, donde se conjugó la devoción mariana, el respeto a la tradición, la buena comida y una agradable conversación, que debe ser un símbolo o estímulo de lo mucho que Asturias puede lograr, conseguir, si todos los asturianos tomamos el protagonismo necesario para convertir nuestra Paraíso Natural, en un Paraíso de progreso, de convivencia, de futuro.

Quiero concluir estas letras con una reflexión de un buen amigo que yo voy a alterar o trastocar, para que nos ayuden a reconocer , de verdad, la importancia de lo que tenemos y no siempre apreciamos, y que dicen: “Hay personas que conocen Nueva York y no conocen Sotres”. ¡Aún están a tiempo! .Hoy he aspirado la perfección y quiero compartirla con vosotros.

                      José Antonio Noval Cueto


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